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Por:Maritza Gutiérrez
En el reciente VIII Pleno del Partido Comunista de Cuba (PCC), el presidente cubano Miguel Díaz-Canel afirmaba: “algo tan aparentemente simple como 24 horas en la vida de esta nación cercada, amenazada, atacada, es otra victoria del pequeño David frente al gigante Goliat."
Ese debería ser, a mi modo de ver, el pensamiento de cada cubano que trabaja dia a día por salir adelante en medio de un escenario marcado por la alta inflación, el déficit de ofertas y las insuficiencias energéticas, que impactan la vida diaria de la población.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que en la muy dilatada guerra asimétrica emprendida contra Cuba, que incluye ataques terroristas que se organizan y financian con total desfachatez e impunidad desde el vecino del Norte, el objetivo es crear temor, generar desesperanza y el descrédito de las autoridades.
Con frecuencia leemos artículos –escritos por académicos y publicados en medios extranjeros–, en los que se habla de la crisis económica de Cuba. Pero no hay que ser un experto o leer supuestos análisis de todo tipo, para comprender lo obvio.
Lo que se pretende es introducir en la mente del receptor la creencia de que todo está perdido, buscando credibilidad en lo que se afirma, capitalizando cierto estado de ánimo en el ciudadano medio, que existe de hecho, dado el actual escenario económico.
Según los expertos, este tipo de argumentación y análisis que presentan aquellos que buscan magnificar la situación, mezclan términos de carácter técnico con otros más propios de las maneras y el lenguaje de la gente común –lo que se conoce como «efecto quídam»–, y así logran que el receptor esté más dispuesto a aceptar lo que se le propone.
Se trata de la manipulación emocional que busca, entre otras cosas, preparar condiciones para valerse del sesgo de confirmación, una tendencia que nos lleva a recordar más la información que confirma las propias creencias o hipótesis. De este modo, se busca hacernos creer que tenemos puntos de vista comunes, y por tanto, podríamos aceptar la supuestas soluciones que se nos proponen.
Así, el emisor no aparenta manipular la información, sino solo dotar a la «voz popular» de un supuesto carácter «científico».
Por ejemplo, esto es algo que vemos en textos o en las redes que constantemente amplifican la matriz de opinión referida a culpar de la crisis al actual modelo económico de Cuba y al gobierno.
Pero más allá de insuficiencias o distorsiones en la aplicación del modelo, se obvian realidades o se les minimiza; tal es el caso de los daños generados por el recrudecimiento del bloqueo y la inclusión de Cuba en la espuria lista de países supuestamente patrocinadores del terrorismo.
Con frecuencia, esa ilegal y criminal política contra el país, que busca intimidar, disuadir a posibles inversionistas, sabotear cadenas de suministros y criminalizar legítimas operaciones comerciales y financieras, es presentada como vulgar pretexto para enmascarar insuficiencias.
Lo importante es no olvidar que el objetivo anticubano constantemente crea narrativas para llevar al pueblo a la desesperanza; son técnicas de manual que forman parte de una guerra prolongada y asimétrica contra nuestra Revolución.
De ahí la total validez de las palabras del presidente Díaz-Canel en la clausura del VIII Pleno del PCC, cuando dijo que “algo tan aparentemente simple como 24 horas en la vida de esta nación cercada, amenazada, atacada, es otra victoria del pequeño David frente al gigante Goliat.”
