Bernardo Arévalo y Consuelo Porras. (Foto: Cuscatlán Hoy)
Por Roberto Morejón
El enfrentamiento entre el ahora presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, y la fiscal general, Consuelo Porras, ha perdurado, mientras muchos exhortan en el país a no desviar la atención de agudos problemas sociales.
La fiscal general solicitó a la Corte de Constitucionalidad permiso para encausar penalmente al primer mandatario, porque en su criterio adopta medidas políticas y financieras contra la institución que ella encabeza.
La magistrada reaccionó de esa forma a denuncias del gobierno guatemalteco de que la fiscalía secuestró el padrón electoral con datos sensibles de 10 millones de personas.
Como parte de una tensión que data de mucho tiempo atrás, Porras acusó al Jefe de Estado de no responder a las necesidades de los guatemaltecos además de señalar que presentó ante la Corte de Constitucionalidad la ejecución de un amparo a su persona otorgado en mayo pasado.
El nivel de fricciones no se detuvo en enero, fecha de la toma de posesión de Arévalo, quien ha pedido la renuncia de la fiscal general por considerar que sus acciones violan la democracia.
El gobernante también presentó una iniciativa de ley para obtener la facultad de remover a la magistrada, pero el proyecto se estancó en el Congreso.
Realmente, el presidente Arévalo no es el único crítico de Porras, pues ha sido señalada por organismos y personalidades internacionales por favorecer la corrupción.
En opinión de quienes así se expresan, el sistema judicial en Guatemala se ha utilizado contra defensores de los derechos humanos y personas que han sido parte de la lucha contra la corrupción y la impunidad.
El primer mandatario calificó de abuso de poder las causas abiertas por la Fiscalía contra el periodista José Zamora, duro crítico del anterior gobierno, encarcelado en medio de un proceso calificado de inconsistente.
Debe recordarse que el Ministerio Público sostiene persecuciones penales contra exfiscales anti-mafia y opositores al gobierno precedente, aliado de Porras.
También fue noticia que Porras interpuso recursos para impedir que el presidente Arévalo, líder del Movimiento Semilla, asumiera su cargo, tras salir victorioso en los comicios de agosto del pasado año.
Asimismo, emprendió gestiones contra miembros del Movimiento Semilla para lograr su ilegalización.
Todo este entramado de rivalidades parece no tener fin mientras Guatemala sufre altos niveles de desigualdad económica y de género, desaparición de niños, pobreza y hasta racismo contra la mayoritaria población indígena.
Sectores populares se preguntan si la porfía no desvía tiempo y recursos imprescindibles para atender graves problemas sociales.