Ataque israelí a escuela en Gaza. Imagen:BBC

por Guillermo Alvarado

El fin de semana el Estadio sionista de Israel volvió a dar muestra de su desprecio por las normas más elementales de convivencia entre los pueblos y las naciones, cuando bombardeó una escuela en la Franja de Gaza donde se cobijaban refugiados palestinos y mató por lo menos a 100 de ellos.

No fue un ataque erróneo, un cálculo equivocado o una mala decisión, sino un operativo militar fríamente calculado para infundir más terror, si eso todavía es posible, entre decenas de miles de personas que sobreviven a duras penas el odio visceral del gobierno encabezado por Benjamín Netanyahu.

Por medio de un comunicado, las fuerzas armadas israelíes se jactan de haber abatido a 16 combatientes de la organización Hamas, pero no dicen absolutamente nada de los civiles asesinados, muchos de ellos niños de corta edad y mujeres.

Es verdad que hubo algunas declaraciones de gobiernos en la Unión Europea, América Latina e incluso de Estados Unidos condenando la acción, pero si de algo está seguro Netanyahu es que no va a pasar absolutamente nada más.

La ONU, como siempre, se limita a lamentar el crimen, pero no da un paso decisivo, como sería expulsar a Israel de su seno.

La muestra más cruda de cinismo estuvo a cargo de Washington, que en una declaración oficial dijo que el bombardeo muestra la necesidad de poner fin a la guerra, sin mencionar en absoluto que ellos son los principales proveedores de Tel Aviv para mantener sus operaciones terroristas en Gaza.

También llama poderosamente la atención cómo muchos gobiernos de nuestra región, que rasgan sus vestiduras tras los resultados de las elecciones en Venezuela y ofenden con ferocidad al presidente Nicolás Maduro,  mantienen relaciones cordiales con el genocida Netanyahu.

Que se sepa, ninguno de los que atacan a la Revolución Bolivariana y llaman a romper relaciones con ese hermano pueblo, ha tomado decisiones fuertes para castigar los crímenes de lesa humanidad perpetrados en la Franja.

 Es verdad que algunos han emitido declaraciones, pero como decían nuestros mayores, el papel aguanta todo, mientras los hechos permanecen ausentes.

Consciente de su inmunidad, el régimen fascista de Israel ordenó nuevas evacuaciones en la zona de Jan Yunis, en el sur de Gaza, lo cual es un preludio de nuevos bombardeos, en esa zona ya saturada de metralla.

Bien visto, la principal diferencia entre el sionismo y el nazismo alemán de la II Guerra mundial estriba en que estos últimos perpetraron sus crímenes en relativo silencio y la verdad sólo se supo después de la contienda, mientras Tel Aviv lo hace abiertamente, con la certeza de que nunca serán juzgados.