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Por Roberto Morejón 

Con discursos extensos, conciliábulos con las fuerzas conservadoras que dominan el Congreso y frecuentes cambios de ministros, la presidenta designada de Perú, Dina Boluarte, trató infructuosamente de frenar su elevada impopularidad.

La primera mandataria realizó recientemente otro reajuste en el gabinete al nombrar a cuatro nuevos ministros, pero mantuvo a los más cuestionados, de ahí el procedimiento calificado de estéril por sus críticos.

Nada menos que seis transformaciones en su equipo ha realizado la Jefa de Estado en su mandato de poco menos de dos años y suma 53 designaciones para una media de un ministro cada 12 días.  

Los enroques y nombramientos tratan de responder a reprobaciones a sus allegados, ya sea por eficiencia o mala conducta.

No por casualidad los detractores de la abogada hoy presidenta designada le reclaman nombrar a funcionarios que inspiren un mínimo de confianza y decencia.

El ministro de Desarrollo Agrario, Ángel Manero, por ejemplo, recibió una ola de censura por afirmar que en Perú no se pasa hambre.

La afirmación contradice un informe de la FAO, Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, que señala que más de 17 millones de peruanos la padecen.

La propia dignataria debe capear las imputaciones de muchos compatriotas, quienes la señalan por el escándalo de su colección de relojes de lujo o por su responsabilidad en la represión de manifestaciones de protestas.   

Asimismo la reprochan porque a pesar de enaltecer su condición de mujer, no vela por la paridad de género en su gabinete, pues solo dos lo integran ahora.

Agrupaciones sindicales, sociales y de derechos humanos también insisten en lo que llaman las crecientes sospechas de corrupción que recaen sobre ciertos funcionarios públicos y miembros del conservador Congreso.

Al respecto la saliente ministra de Vivienda Hania Pérez de Cuéllar sembró un detonante cuando en público pidió a los asistentes rezar por todas las autoridades para no flaquear y ser tentados a robar.

No es de extrañar entonces que la presidenta designada coseche apenas seis por ciento de aprobación, según una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos.

Gracias a la protección de grupos políticos de derecha en el parlamento, Boluarte salió ilesa de siete intentos de destitución.