La enseñanza especial es una de las más afectadas por el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba.
(Foto: Alien Fernández )
Arelys García Acosta*
Dolorosa realidad: Debido a las brutales restricciones impuestas por el bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba, parte de las niñas y niños sordos e hipoacúsicos de la escuela Rafael Morales González, de Sancti Spíritus, hoy no pueden renovar sus prótesis auditivas debido a la falta de baterías, en su gran mayoría de fabricación estadounidense.
Estudiantes con baja visión del territorio, algunos con ambliopía y estrabismo, necesitados de parches y cristales correctores con graduaciones elevadas, se les dificulta el acceso a estos recursos, que para ser adquiridos, necesariamente se debe acudir a mercados de terceros países y comprarlos a un costo elevado.
Estos son apenas dos ejemplos del impacto cruel del bloqueo en la educación especial espirituana, que al igual que el resto de las enseñanzas del país, sufren la falta o insuficiencia de algunos útiles de enseñanza, el acceso limitado a piezas para la sustitución o reparación de medios audiovisuales y otros recursos imprescindibles para el desarrollo de conocimientos y habilidades de los estudiantes.
Así y todo, los adversarios consideran al bloqueo un espejismo. En cifras que si tienen peso y medida, el informe presentado por Cuba en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2023 titulado: Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba, los daños al sector de la educación se estimaron en 75 millones 551 mil 799 dólares.
¿En qué se traducen estas estadísticas?
En dificultades para adquirir los insumos con destino a la producción de libros, folletos y demás bienes didácticos impresos, en carencias de materiales para la reparación de las instituciones educativas. Según se lee en blanco y negro en este documento: 12 horas sin bloqueo equivalen al monto necesario para cubrir las demandas del sector de la educación por este concepto.
Los efectos de esta política de hostigamiento se manifiestan, igualmente, en la escasez de materias primas para la confección y mejoramiento del mobiliario escolar. Sépase que el país gasta de cuatro a cinco veces más por reubicación geográfica del comercio hacia mercados lejanos.
Visto a través del espejo de los muros que levanta el bloqueo al desarrollo de la educación cubana, este cerco económico constituye incuestionablemente una política brutal. Para quienes a estas alturas todavía lo dudan, ante los ojos del mundo, ahí está la dolorosa realidad de niñas y niños sordos e hipoacúsicos de esta provincia que hoy no pueden renovar sus prótesis auditivas debido a la falta de baterías, en su gran mayoría de fabricación estadounidense. Pregunto, ¿habrá que admitir que el bloqueo sume en un silencio de por vida a estos pequeños?