Debate presidencial Kamala Harris y Donald Trump
por Guillermo Alvarado
Los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Kamala Harris, por el partido Demócrata, y Donald Trump, de los Republicanos, se enzarzaron en un cruce de descalificaciones durante 90 minutos en lo que supuestamente sería un debate sobre sus propuestas de políticas gubernamentales.
Ambos mantuvieron la discusión en un plano personal y muy poco se escuchó hablar de programas que afectan directamente a la población, como no fuesen generalizaciones sobre la economía y la migración, donde Trump mantuvo sus habituales salidas de tono y Harris no hizo anuncios nuevos.
Llamó poderosamente la atención el tiempo dedicado a la interrupción voluntaria del embarazo, un tema ciertamente importante, pero para nada el principal problema del país en estos momentos, como no sea buscar votos de grupos determinados de la población.
Como siempre ocurre en un espectáculo que forma parte de las tradiciones en el enredado sistema electoral estadounidense, la primera pregunta que salta es ¿quién ganó el debate?
Aquí los sondeos y expertos en el tema coinciden en que la aspirante demócrata se impuso ante su rival republicano.
Pero más allá de eso, donde también hay coincidencia en que no provocará un cambio dramático en la intención de voto, también hubo otros ganadores y perdedores.
Entre los primeros figuran los poderosos sectores de la industria y comercio de armas de fuego, pues cada uno de los contendientes a su manera dejó claro que no buscará reducir los arsenales en manos de la población civil.
Esa noche la Asociación Nacional del Rifle pudo dormir tranquila porque sus negocios, gane quien gane, estarán garantizados.
Los perdedores son los mismos de siempre, los pobres, que no escucharon ninguna propuesta para ayudarlos a salir de esa condición, los más de 20 millones de ciudadanos que perdieron su seguro médico tras la pandemia de covid-19, y los migrantes indocumentados en espera de su regularización.
Durante las campañas se habla mucho de contener la migración en las fronteras, pero poco de quienes ya están adentro y trabajan y aportan al país.
En la nación donde radica el mercado de consumo de drogas más grande del mundo, que moviliza miles de millones de dólares, no se habló de combatir ese flagelo y devolver la salud a los adictos.
Por cierto, excepto los dardos mutuos a propósito del Oriente Medio, donde no se mencionó por su nombre el genocidio israelí contra los palestinos en la Franja de Gaza, estuvo ausente el tratamiento a profundidad de la política exterior de Estados Unidos. Volveremos sobre el tema, amigos.