Rey de España y presidenta de México
por Guillermo Alvarado
Diversos sectores sociales, políticos y hasta lamentablemente supuestos académicos han unido fuerzas en España para defender a la monarquía y agredir a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, por no invitar al rey Felipe VI a la ceremonia de toma de posesión.
Como se conoce, el incidente tiene su origen en una carta enviada por el ya ex presidente Andrés Manuel López Obrador, al monarca del país ibérico sugiriéndole ofrecer una disculpa a los pueblos indígenas mexicanos por las brutalidades perpetradas durante la conquista y colonización española.
El monarca no se dignó a responder la carta, pero sí de alguna manera la filtraron a la prensa, lo cual representa una conducta impropia entre naciones soberanas y, en consecuencia Sheinbaum decidió no invitarlo a las ceremonias de cambio de gobierno en el país latinoamericano.
La pataleta formada por aristócratas y más de algún plebeyo en España es un espectáculo lamentable, con actitudes tan bajas como los insultos graves proferidos por sujetos como un representante del partido extremista VOX o, peor aún, por el miembro de número de la Academia de la Lengua Española, Arturo Pérez Reverte y que por educación elemental no reproduzco aquí.
Ignorando las más simples lecciones de la historia, estos “realistas” pintan a la corona española como la fundadora de la “civilización” actual, la evangelizadora y pacificadora de una “América salvaje e ignorante” que vio la luz del conocimiento con el arribo de las huestes europeas.
Pretenden ignorar el genocidio perpetrado en estas tierras, donde en 1492 habitaban alrededor de 60 millones de personas, con culturas muy avanzadas como la maya o la inca, y 100 años después sólo quedaban 6 millones.
Ocultan que su religión, impuesta a sangre y fuego, fue responsable de buena parte de esas muertes, como lo fue también de decenas, o quizás cientos, de miles de seres humanos en Europa durante la tenebrosa inquisición.
Nos tratan de ignorantes, cuando aquí antes del desastre de la conquista hubo pueblos que desarrollaron complejos sistemas de escritura, matemáticas y astronomía que España jamás soñó tener.
Por cierto, fue un religioso español, el franciscano Diego de Landa, quien el 12 de julio de 1592 en un “auto de fe” en la comuna de Maní, actual Yucatán, quemó documentos mayas que, de haberse protegido, habrían permitido avances civilizatorios para toda la humanidad. ¿Qué clase de fe era esa?
Omiten que el desarrollo de Europa, y de España en particular, se basó en las inmensas riquezas robadas en este continente, que no cultiva odio como ahora dicen, pero sí exige respeto.