Un año de genocidio de Israel contra Gaza
por Guillermo Alvarado
Se cumplió el primer año del genocidio que el Estado sionista de Israel perpetra contra la población civil palestina en la Franja de Gaza, así como los momentos iniciales de una guerra que puede arrasar a todo el Oriente Medio y mucho más allá.
Con este motivo se hacen balances acerca de los costos humanitarios, políticos y económicos de esta tragedia que son en general muy bienvenidos porque dimensionan la gravedad de los hechos, pero hay uno que tiene un interés muy particular y no ha recibido la atención que amerita.
Me refiero a dos cuestiones muy precisas, la primera es ¿quién lleva sobre sus espaldas el costo de esta guerra?, y la segunda, muy relacionada con la anterior: ¿quién se está beneficiando con esta sangre derramada?
Es un dato conocido que Israel es el principal receptor de ayuda militar de Estados Unidos, no ahora, sino desde finales de los años 50 del siglo pasado, período en el cual Washington le ha transferido a Tel Aviv la bicoca de 251 mil 200 millones de dólares solo, repito, en asistencia militar.
En el último año la “ayuda” militar declarada de Estados Unidos a Israel fue de 17 mil 900 millones de dólares, por lo menos.
Estamos hablando de dinero, y éste sale de alguna parte, ¿no es verdad? Estarán ustedes de acuerdo en que el Estado, ningún Estado, genera riqueza, la riqueza la crean los trabajadores y una parte se la roban los patronos en forma de plusvalía y la otra va a los fondos públicos por medio de los impuestos.
¿Serán conscientes, digo yo, los trabajadores estadounidenses de que cuando pagaron sus impuestos en los últimos 12 meses estaban ayudando a financiar el genocidio palestino?
Pero esto es sólo la mitad del asunto, porque resulta que la tercera parte, o más, del dinero que Washington le dio a Israel para pagar sus guerras, regresó casi de inmediato a Estados Unidos por medio de compras de aviones, cohetes, municiones y aditamentos de su escudo antimisiles.
Esto generó millonarias ganancias a contratistas del gobierno y la industria militar privada, que se hicieron más ricos todavía gracias al dolor y la muerte.
Así lo revela un artículo de José Luis Marín publicado en el portal El Orden Mundial con el título “La diplomacia de las armas”.
Quizás ahora se comprenda mejor la afirmación del presidente Joseph Biden de que la “lealtad” de Estados Unidos hacia Israel es sólida e inquebrantable como una roca, una roca de oro, por supuesto.
Y se comprende también el silencio ensordecedor de buena parte del mundo hacia la tragedia del pueblo palestino.