Tony Hinchcliffe.
Por Roberto Morejón
Resulta inadmisible que las mayores preocupaciones sobre las consecuencias de escarnios expresados sobre Puerto Rico en un mitin electoral de Donald Trump, se circunscriban al posible impacto en la campaña electoral en el país norteño y no a lo que piensan los habitantes de la llamada Isla del Encanto.
El expresidente estadounidense participó en un acto en Nueva York a favor de sus intenciones de ganar en los comicios del cinco de noviembre.
En esa oportunidad un comediante se manifestó de forma soez sobre Puerto Rico.
Una justificada ola de rechazo generó las expresiones en el Madison Square Garden del actor Tony Hinchcliffe, quien comparó a la nación caribeña con “una isla flotante de basura”.
En su línea xenófoba, a tono con el político a quien aplaude, Hinchcliffe la emprendió contra latinos, negros, judíos y palestinos, en medio de un desfile de partidarios del magnate republicano.
No por casualidad, Trump calificó el denigrante espectáculo como un “festival de amor”, aun cuando trató de distanciarse, demasiado tarde, de los desplantes hacia Puerto Rico.
No es la primera vez en la que el ex primer mandatario republicano se ve relacionado desfavorablemente con el Estado Libre Asociado, ropaje de la condición de colonia de Estados Unidos.
Como gobernante enfrentó intensas críticas por el manejo del huracán María por su administración.
A Trump lo recuerdan lanzando rollos de papel higiénico a la multitud en Puerto Rico en 2017 como ayuda tras el paso del fenómeno meteorológico.
Tras el cruce de la tormenta, el gobernante preguntó si Estados Unidos podría “vender” Puerto Rico, consideró intercambiarla por Groenlandia e intentó minimizar el número de víctimas.
A propósito, desde la Casa Blanca escatimó el socorro financiero a Puerto Rico, pues en su criterio sus habitantes exageran en sus demandas de ayuda.
Todo ello volvió a la memoria de muchos de los 3,3 millones de puertorriqueños residentes en la isla y de los 5,8 millones asentados en Estados Unidos.
Cientos de miles de puertorriqueños se mudaron a la primera potencia económica y militar del mundo para escapar de la profunda crisis económica, originada por la acentuada deuda pública y la devastación de los huracanes.
Entonces no es tan cálida la relación del hoy candidato republicano con la ínsula caribeña, como intenta señalar, ni su figura es tan favorecida allí.
Nada asegura que los desatinos de un comediante en el Madison Square Garden respondieran solo a su propia inspiración.