Crisis en Francia
por Guillermo Alvarado
La segunda economía de la Unión Europea y una de las potencias nucleares del mundo, Francia, está viviendo los días más complejos desde el inicio de la llamada Quinta República, tras el final de la II Guerra Mundial, debido a la caída del gobierno del primer ministro, Michel Barnier.
En realidad se trataba de un suceso anunciado, pues los días del jefe del gabinete estaban contados desde que rechazó el presupuesto general del Estado para 2025 que fue aprobado en la Asamblea Nacional donde las fuerzas favorables al presidente Emmanuel Macron son minoritarias.
Barnier estuvo menos de 100 días en el cargo, convirtiéndose en uno de los más breves en poco más de medio siglo y, si bien la moción de censura en su contra no afecta directamente al Palacio del Elíseo, no se puede olvidar que fue nombrado justamente para garantizar la estabilidad nacional.
La crisis en París viene desde junio pasado, cuando el triunfo de la extrema derecha dirigida por Marine le Pen por amplia mayoría en los comicios al Parlamento Europeo, obligó a convocar a elecciones legislativas anticipadas.
En la Asamblea los ultranacionalistas y el Nuevo Frente Popular, de izquierda, quedaron como las principales fuerzas.
Macron se dirigió la víspera por la tarde al país para tratar de calmar las aguas y prometió nombrar a un sustituto de Barnier capaz de representar a todos los intereses y sectores de Francia, algo que no se sabe cómo puede ocurrir, en un país tan fragmentado.
Anunció, asimismo, enviar al Órgano Legislativo una ley financiera de urgencia para permitir el funcionamiento del Estado a partir de enero mientras continúan las tratativas para arribar a un nuevo modelo de presupuesto y reiteró su decisión de no renunciar al cargo.
El presidente francés finaliza su período en 2027, sin embargo son cada vez más las voces que le piden irse del Elíseo y llamar a comicios anticipados.
Una de ellas fue la diputada por el partido de izquierda La Francia Insumisa, Mathilde Panot, quien dijo que para salir del callejón sin salida donde el mismo presidente metió al país, sólo queda una solución, que él mismo se vaya lo más rápido posible.
La extremista Marine le Pen fue menos directa y apeló a la conciencia del mandatario para decidir entre el bien público o su orgullo.
Esta crisis se suma a la ocurrida en Alemania, la locomotora europea, y deja al bloque continental en extrema debilidad, justo cuando en Estados Unidos está próximo a asumir el puesto Donald Trump, que no aspira precisamente a ser un amigo, sino un patrón.