En un lujoso hotel de Buenos Aires, el radical presidente de Argentina, Javier Milei, reunió en Buenos Aires a representantes del más rancio conservadurismo. Foto: EFE.
Por: Roberto Morejón.
En un intento adicional por convertirse en referente de la ultraderecha mundial, el radical presidente de Argentina, Javier Milei, reunió en Buenos Aires a representantes del más rancio conservadurismo, al amparo de la Conferencia de Acción Política Conservadora.
Se trata de un movimiento creado en Estados Unidos hace más de 50 años por el segmento más recalcitrante del Partido Republicano, ahora reflotado por el expresidente Donald Trump y próximo primer mandatario del país norteño.
Milei, quien repite sin recato su admiración por Trump, congregó en un lujoso hotel de Buenos Aires a representantes de las ideas más obstinadas.
Entre ellos el líder del ultraderechista partido Vox, de España, Santiago Abascal, y el ultraconservador expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, este último por videoconferencia.
También viajó gustosa a Buenos Aires Lara Trump, vicepresidenta del Comité Nacional Republicano de Estados Unidos y nuera del Jefe de Estado electo, en evidencia de que este último desea cultivar la proximidad con el argentino.
En la Conferencia de Acción Política Conservadora, Milei robó el protagonismo y pronunció un discurso violento, ofensivo hacia líderes progresistas, con algunos de los cuales ha tenido roces diplomáticos.
El orador se cuidó de repasar los efectos de su plan de ajuste que ha provocado miseria en su país, al aumentar el desempleo y la pobreza y apartar a los ancianos y enfermos del acceso más viable a los medicamentos.
Milei exaltó lo que define como logros de su primer año de gobierno, en alusión al declive del déficit fiscal, aunque se abstuvo de mencionar el impacto brutal de su política en el ámbito social de Argentina.
El libertario exaltó a Donald Trump y a su homólogo salvadoreño, Nayib Bukele, este último cuestionado dentro y fuera de su país por violar los derechos humanos en su afán de neutralizar a las pandillas.
El gobernante argentino, quien eliminó docenas de agencias gubernamentales y dependencias oficiales, significó lo que denominó el mayor ajuste de la historia, sin citar que recortó subsidios y frenó la obra pública.
Al apagarse las luces que iluminaron el encuentro de rampantes ideólogos de la derecha, con espectáculos de tango y extraviadas alusiones a la libertad, apenas quedaron mensajes útiles para Argentina y más allá.
La ultraderecha se nuclea a la sombra del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y el estadista argentino se ofrece como guía de la maniobra. FIN