Conflicto Oriente Medio
por Guillermo Alvarado
La ya complicada situación en el Oriente Medio se agravó aún más con la caída del gobierno de Siria encabezado por Bashar al Assad y la ocupación de Damasco, capital de ese país, por parte de las tropas del grupo islamista Hayat Tahrir al Sham, Organización para la Liberación del Levante, en español.
El hecho se produjo luego de una fulminante ofensiva de los rebeldes, quienes en apenas 12 días sometieron a las principales ciudades y forzaron la dimisión de al Assad, de quien se sabe ya que está junto a su familia en Moscú, donde recibió asilo político.
Aún es pronto para profundizar en las causas, internas y externas, que condujeron a este suceso, pero sin duda forma parte de lo que algunos han dado en llamar la reconfiguración del Oriente Medio tras la feroz guerra de Israel contra la Franja de Gaza.
Tampoco se conoce a cabalidad el papel que jugaron determinadas potencias foráneas en estos acontecimientos, pero lo cierto es que hay un cambio drástico en la correlación de fuerzas en esa candente zona.
Lo cierto es que pocas personas esperaban un giro tan dramático en un conflicto con 13 años de duración.
Por el momento los esfuerzos de la comunidad internacional están enfocados, como debe ser, en evitar un baño de sangre en ese país, llamar a los rebeldes a la moderación con los vencidos y erigir, poco a poco, entidades administrativas democráticas.
Resulta desde todo punto de vista imprescindible nombrar un gobierno civil, con la fuerza suficiente para impedir abusos contra las minorías étnicas o religiosas y evitar represalias contra funcionarios o simpatizantes de las autoridades depuestas.
Hasta donde se sabe, varios países árabes, entre ellos Arabia Saudita, Jordania, Egipto, Irak e Irán, además de Turquía y Rusia, divulgaron una declaración conjunta donde califican de peligrosa y demandan una solución política de este conflicto.
Este inesperado desenlace del conflicto sirio tampoco debe servir de excusa para olvidar la situación del pueblo palestino, sometido a una política de extermino por el régimen sionista de Israel.
Aunque Estados Unidos y sus aliados en la Unión Europea lo nieguen, allí se está cometiendo un genocidio y Tel Aviv ya reconoció su intención de expulsar a los sobrevivientes para reforzar la colonización sionista.
En este panorama, la caída de Siria no hace sino reforzar aquel refrán de que las cosas nunca están tan mal, como para que no empeoren un poco más.