Migrantes cruzan México camino a EE.UU
por Guillermo Alvarado
Grupos de migrantes originarios de América Latina y el Caribe, en particular de los países centroamericanos, se movilizan por territorio de México con sentimientos de temor y tristeza por la arremetida que prometió Donald Trump contra quienes intenten ingresar a Estados Unidos sin documentos.
El magnate inmobiliario que tomará posesión de la Casa Blanca el próximo 20 de enero, aseguró que realizará la mayor deportación de migrantes en situación irregular jamás conocida en la historia, lo cual va a tensar las relaciones entre Washington y numerosos gobiernos de la región.
Para nadie es desconocido que muchos pueblos del área mueven sus maltrechas economías gracias a las remesas que reciben de sus familiares desde la potencia norteña, las cuales representan una buena parte de su Producto Interno Bruto (PIB).
Durante el segundo semestre de este año El Salvador, por ejemplo, recibió por este tipo de transferencias el 25 por ciento del PIB y si eso desaparece o merma considerablemente, la economía volará en pedazos.
Esa tragedia se repetirá en muchos lugares, y ya sabemos los pesados costos de la pobreza masiva, el hambre y la desesperanza.
Hay que decir que no parece posible que Trump y su pandilla puedan llevar a la práctica su programa antiinmigrante tal y como lo están pensando, entre otras cosas porque parte de la mano de obra barata que genera ganancias en empresas de Estados Unidos viene de ese sector.
Pero si se viene un drama humano de grandes proporciones, como lo confirmó hace pocas horas Tom Homan, el denominado “zar fronterizo” de Trump, quien aseguró que encarcelará a familias migrantes en centros de detención antes de ser expulsados del país.
Con total cinismo dijo que no tiene como objetivo dividir a estas familias, pero si deportará a los padres sin papeles, aunque tengan hijos nacidos en Estados Unidos. “Dejaremos, afirmó el futuro funcionario, que las familias decidan si salen juntas o se separan”.
Con un sentido más humanista, México está saliendo en ayuda de los que están varados en su territorio y viven sumidos en la incertidumbre, y les ofrece trabajo a quienes opten por quedarse allí, o facilidades a los que decidan regresar a su país de origen.
La sensación generalizada, sin embargo, es como de contener el aliento, en espera del golpe que ya está a la vuelta del camino y cuyo impacto será terrible para cientos de miles, o quizás millones de personas en muchas partes de nuestra región.