Incendio en Los Ángeles
por Guillermo Alvarado
De acuerdo con los últimos reportes cinco personas murieron, más de mil estructuras, la mayoría de ellas viviendas, quedaron destruidas y al menos 4 mil 775 hectáreas de terrenos de Los Ángeles fueron reducidas a cenizas por los intensos incendios en esta zona de California.
La emergencia está lejos de terminar, por lo que los costos, tanto humanos como materiales, pueden ser mucho más onerosos en una zona donde este tipo de desastres no son extraños, pero que en los últimos años han crecido debido al efecto del cambio climático.
Para que se tenga una idea de la magnitud de esta tragedia, los bomberos reportaron que las llamas se propagaban a una velocidad equivalente a 5 campos de fútbol por minuto, algo muy difícil de imaginar.
Miles de personas acataron la orden de alejarse, pero esto se complicó cuando las carreteras se atascaron y entonces la gente abandonó los vehículos y marchó a pie en busca de un lugar seguro, algunos llevando maletas consigo.
Los carros abandonados hicieron intransitables las vías también para los cuerpos de socorro, que no tenían manera de avanzar, por lo cual fue necesario llevar cargadores frontales para amontonar los automóviles hacia la orilla y abrir un sendero para bomberos y personal de salud.
Hollywood, el principal centro cinematográfico de Estados Unidos fue alcanzado por la catástrofe, sólo que ahora fuera de las cámaras, en un crudo recordatorio de que la realidad puede ser peor que la imaginación.
Básicamente las condiciones para que ocurran estos incidentes son, primero que exista mucho material inflamable en las áreas boscosas, por lo general maleza alta y tupida muy seca por largos períodos de calor; segundo, que haya un viento seco, cálido y en rachas desordenadas, que no siga ningún patrón.
En tercer lugar, que la humedad relativa sea muy baja y si quiere un cuarto ingrediente, éste es el comportamiento humano, que no respeta la frontera entre las zonas urbanas y la foresta.
Excepto la última, que es muy grave, todas las demás encajan perfectamente en los patrones del cambio climático, que, ojo, también está vinculado con los modelos irracionales de producción y consumo de nuestra especie.
No cabe la menor duda de que la pérdida de seres queridos, o sus heridas, así como la desaparición de bienes preciados representan una desgracia para la gente, que en ocasiones resulta irreparable y eso es doloroso.
Pero también es cierto que la naturaleza ha dado suficientes muestras de que no soporta más la presión que ejercemos sobre ella y reacciona obedeciendo a sus propias reglas, aunque algunos, incluyendo al próximo presidente de Estados Unidos, insistan en negarlo.