Por: Maritza Gutiérrez
En la historia de Cuba, pocos nombres resuenan con la misma fuerza que el de José Martí. Su vida y su obra han dejado una huella indeleble en la conciencia nacional, y este aniversario 172 de su natalicio, nos inspira a repasar la trayectoria de un hombre que se erigió como símbolo de la lucha por la independencia y la dignidad de su país.
Nacido el 28 de enero de 1853 en La Habana, Martí fue un niño precoz y brillante. Desde muy joven mostró su inclinación hacia las letras y la política, influenciado por la injusticia social que presenció a su alrededor. A los 16 años, fue arrestado debido a su actividad política en contra de la dominación española, un hecho que marcaría el comienzo de una vida dedicada al sacrificio por ver su patria libre del coloniaje.
Martí fue heredero de un pensamiento anterior, fundamentalmente de Félix Varela y José de la Luz y Caballero a través de su maestro Rafael María de Mendive.
Así conoció el pensamiento fundacional de la cultura cubana y las bases de la integración de una nación. De este modo se forjó un pensamiento y una doctrina que aspiraba a una nación soberana, una república independiente y laica, que rindiera culto a la dignidad plena del hombre.
La vida de Martí estuvo marcada por un exilio que lo llevó a distintos países. Desde España, donde continuó su formación académica, hasta México y finalmente los Estados Unidos, donde estableció relaciones con otros exiliados cubanos y encontró un nuevo hogar. En estos años, su pluma se convertiría en su mejor arma. Escribió artículos y ensayos que divulgaban la causa independentista cubana, utilizando la prensa como vehículo para conectar con sus compatriotas y movilizarlos hacia la lucha.
Martí fue un hombre de múltiples facetas: poeta, historiador, ensayista, periodista y diplomático. No obstante, su amor por la poesía es especialmente notable. Obras como "Ismaelillo", escrita en 1882, revelan su profunda conexión con la infancia y el ideal de construir una sociedad más justa.
A medida que avanzaba la década de 1890, el deseo de Martí de ver a su patria libre lo llevó a organizar la Guerra de Independencia de 1895, conocida como "la Guerra Necesaria". Junto a otros líderes independentistas, como Antonio Maceo, inició un movimiento que buscaba no sólo la independencia de Cuba, sino también la creación de una república donde la soberanía del pueblo fuese el pilar fundamental.
Durante esta etapa crucial, Martí redobló esfuerzos y utilizó toda su capacidad de persuasión para atraer a compañeros de lucha, asegurando que la independencia no fuera solo un acto militar, sino también un proceso de transformación social de repercusión continental frente a las ansias expansionistas de Estados Unidos, que previó tempranamente.
El 19 de mayo de 1895, en la batalla de Dos Ríos, Martí encontró la muerte en combate. Sin embargo, su legado perdura. Sus ideas sobre la identidad cubana, su rechazo a la opresión y su firme defensa de los derechos humanos son pilares fundamentales en el desarrollo de la conciencia nacional. La muerte de Martí no significó el final de su lucha; al contrario, la imagen del héroe se consolidó, convirtiéndose en un símbolo de resistencia, que renació en el año de su centenario e inspiró el histórico asalto al cuartel Moncada comandado por Fidel.
Hoy, al conmemorar el aniversario 172 de su natalicio, es importante reflexionar sobre el impacto que ha tenido su pensamiento en la Cuba contemporánea. Martí sigue siendo una figura relevante en la educación, la literatura y el ámbito político. Su conocida frase "con todos y para el bien de todos" resuena en las voces de aquellos que abogan por una sociedad inclusiva y participativa, recordándonos que la lucha por la justicia social es un legado que trasciende generaciones.
Los cubanos celebran su memoria no solo mediante actos conmemorativos y otras actividades, sino también a través de la práctica de sus ideales, la enseñanza de su obra y su pensamiento.
Frente a los desafíos que imponen los nuevos tiempos y la voracidad de aquel “Norte revuelto y brutal”, como lo calificara el apóstol cubano, las nuevas generaciones encuentran inspiración en José Martí para seguir construyendo esa nación libre, independiente y soberana, cuyo principio fundamental es el culto a la dignidad plena del hombre.