Campo de prisioneros de Auschwitz-Birkenau. Collage:MC
por Guillermo Alvarado
El 27 de enero de 1945, durante el arrollador avance del Ejército Rojo de la entonces Unión Soviética rumbo a Berlín, ocurrió la liberación del campo de prisioneros de Auschwitz-Birkenau, un sitio donde se concentraron todas las maldades imaginables del mundo.
Las gráficas de la época muestran la cara doble del ser humano, capaz de acciones sublimes o de los crímenes más bajos y nos hacen recordar aquellas palabras que William Shakespeare puso en boca del príncipe Hamlet.
Soy, dijo en diálogo con su amada Ofelia, un hombre medianamente bueno, pero llevo dentro de mí más pecados que tiempo para cometerlos, o imaginación para concebirlos.
Personalmente no estuve nunca en Auschwitz, pero cierto día crucé debajo del portal de hierro con el inefable letrero “El trabajo los hará libres” ubicado en el Campo de Sachsenhausen, en las afueras de Berlín.
Recorrer el Barracón 38, donde estaban los prisioneros judíos, las terribles celdas de castigo, los hornos crematorios y la enfermería, que no era un sitio de curación, sino de crueles experimentos médicos, fueron una revelación del lado más oscuro de nuestra especie.
Por cierto, el aniversario 80 de la liberación de Auschwitz-Birkenau no estuvo exento de polémica, pues al gobierno de Polonia se le ocurrió la idea de invitar al primer ministro sionista Benjamín Netanyahu a la ceremonia, lo cual indignó a buena parte del planeta.
Hay muy poca diferencia entre la Franja de Gaza de hoy día, arrasada por los bombardeos, sus más de 46 mil muertos, la mayoría niños y mujeres, además de otros miles de cadáveres bajo los escombros, donde priman el hambre, la sed y las enfermedades, con el Auschwitz de la Segunda Guerra Mundial.
Por fortuna la visita no se concretó, pero queda latente la pregunta de cómo a alguien le puede surgir semejante dislate.
Estas memorias, mis amigos, no son por gusto. Tienen que ver con cosas que están sucediendo hoy día ante un mundo aparentemente inmovilizado y es el resurgimiento de ideas iguales a las que provocaron tanto dolor y sufrimiento en el pasado y ahora se muestran sin ningún recato.
Hablo del neonazismo, el fascismo 2.0, la ultraderecha radical que resurgen con su odio intacto y cito como ejemplo la aparición de Elon Musk en un acto del partido Alternativa por Alemania, donde dijo textualmente: “Es bueno estar orgulloso de la cultura alemana, de los valores alemanes y no perderlos en una especie de multiculturalismo que lo diluye todo".
A buen entendedor, pocas palabras.