La paz que no debe perderse

Editado por María Candela
2025-01-30 07:13:58

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Foto: cubaminrex

Por:Roberto Morejón

En un mundo con tensiones incluso de guerra, los pueblos añoran mantener la paz y alcanzarla si se quebró, de ahí la importancia de que América Latina y el Caribe garanticen la continuidad como zona de concordia.

En 2014, la CELAC, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, proclamó a la región como una zona de paz, enalteciendo el Tratado de Tlatelolco, el cual la delineó libre de armas nucleares y de destrucción masiva.

Se trató de un paso importante suscrito en La Habana durante la segunda cumbre del bloque, por gobiernos que si bien sostienen posturas e ideologías no coincidentes, abogaron por dirimir las diferencias mediante el diálogo.

Además, subrayaron la relevancia de apostar por la soberanía y seguridad del subcontinente, aun conociendo que alberga bases militares y laboratorios biológicos estadounidenses.

Todavía es útil evocar la notoriedad de aquella proclamación, cuando sigue teniendo validez desterrar para siempre de la región el uso y la amenaza del empleo de la fuerza.

Repasar los postulados inherentes a la declaración de América Latina y el Caribe como zona de paz resulta oportuno a la luz de contingencias y peligros.

Recientemente dos expresidentes de Colombia solicitaron una intervención militar en Venezuela, con el argumento de cuestionar los resultados de las últimas elecciones presidenciales en ese país.

El pedido, irresponsable y condenable, no ganó por fortuna el eco esperado por los confabulados, aunque en Washington tomó posesión el republicano Donald Trump, quien firmó decretos tan incendiarios como las deportaciones masivas de migrantes ilegales.

La decisión, implementada inicialmente, coloca a varios países latinoamericanos en una situación comprometida, pues, como se ha denunciado, no existe la adecuación pertinente para recibir ese flujo.

Un conato de disputa, posteriormente rebasado, se desató entre Estados Unidos y Colombia, a raíz de las condiciones en que son devueltos los migrantes deportados, muchos de ellos encadenados.

La narrativa de los nuevos inquilinos de la Casa Blanca, con un secretario de Estado cuya arma predilecta es derribar a los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, perturba el sosiego de la región.

A once años de la proclama de América Latina y el Caribe como zona de paz, mantienen toda su vitalidad sus esencias, entre ellas la necesidad del fomento de relaciones de buena vecindad incluso de otros países con la región al sur del río Bravo.



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