Paraguayos piden justicia a 36 años del fin de la dictadura del general Alfredo Stroessner
por María Josefina Arce
Paraguay todavía clama por justicia a 36 años del fin de la dictadura del general Alfredo Stroessner, la más prolongada de América del Sur, de 1954 a 1989, y que estuvo marcada por la represión, asesinatos, violaciones de los derechos humanos y un gran número de exiliados.
De acuerdo con un informe de la Comisión de Verdad y Justicia, más de 400 personas desaparecieron o fueron ejecutadas, al tiempo que casi 21 mil paraguayos se vieron forzados a marchar al exilio.
En la Plaza de los Desaparecidos, en Asunción, la capital, se reunieron los paraguayos para conmemorar la caída del régimen de Stroessner, el 3 de febrero de 1989.
Los participantes en el evento denunciaron que aún existen deudas de la justicia en el castigo a crímenes de lesa humanidad.
Solicitaron que se continúen los juicios contra los victimarios, identificados por la Comisión de la Verdad y Justicia, entre 2003 y 2008.
La dictadura de Stroessner contó siempre con el respaldo de Estados Unidos, que la apoyó financieramente escudado en su Alianza para el Progreso, un supuesto plan para el desarrollo de América Latina y que en realidad buscaba consolidar su poder en la región y frenar la influencia de la revolución cubana.
Pero también, señaló la Comisión de Verdad y Justicia, el aparato represivo paraguayo recibió un constante asesoramiento norteamericano.
Paraguay, bajo el régimen de Stroessner participó activamente en el tristemente conocido Plan Cóndor, una coordinación de las dictaduras de América del Sur para perseguir y eliminar a militantes políticos, sindicales, sociales y estudiantiles en el continente, apoyada por Estados Unidos.
La dictadura no sólo torturó, asesinó y cometió muchas más violaciones de los derechos humanos, sino que también en el plano socioeconómico llevó a un país cada vez más desigual, con altos índices de pobreza, analfabetismo, mortalidad infantil y bajas coberturas de servicios sociales.
La dictadura de Stroessner, junto a la de Brasil, Argentina, Chile, Uruguay y Bolivia, siempre respaldadas por Washington, representaron una triste etapa de la historia de la región, que no se puede olvidar y deja lecciones para tener en cuenta, máxime tras la nueva llegada al poder de Donald Trump en Estados Unidos que, como muchos han afirmado, ha evidenciado su total desprecio por los pueblos latinoamericanos.