
Protestas en Estados Unidos contra medidas de Trump. Captura de pantalla de CNN
por Guillermo Alvarado
Despacio, de manera pausada, pero decidida la población de Estados Unidos comienza a despertar del letargo en el cual estaba sumida y reacciona ante las disparatadas medidas que está adoptando el gobierno de Donald Trump, que también afectan con dureza a la ciudadanía local.
Por medio de las redes sociales y otros mecanismos de comunicación comenzó a gestarse un novedoso movimiento denominado “50 protestas, 50 estados, 1 día” para rechazar de manera pública los actos de la Casa Blanca y pedir la intervención del Congreso y otros organismos.
La idea, dicen los organizadores, es impedir que el magnate imponga un manual de extrema derecha para el gobierno y la sociedad estadounidense. Uno de los primeros blancos del descontento es el multimillonario de origen sudafricano, Elon Musk.
La democracia no es un deporte para espectadores, haz algo; rechaza el fascismo y defiende nuestra democracia, rezan algunos de los reclamos de la población.
Según reportes de prensa, unas 500 personas se congregaron fuera del Capitolio de Michigan, a pesar de las temperaturas bajo cero.
Allí denunciaron los planes de Trump de ocupar la Franja de Gaza y expulsar al pueblo palestino a otros países del Oriente Medio, así como la eliminación de los derechos para la comunidad transgénero estadounidense y la expulsión masiva de personas en situación migratoria irregular.
Acciones similares ocurrieron en el sur de California y en la ciudad de Los Ángeles, donde la multitud mantuvo cerrada una autopista durante varias horas el domingo reciente.
Parafraseando el título de una película de moda del año pasado, el magnate presidente ha arremetido contra todos, en todas partes y al mismo tiempo y si bien ha tenido éxito en doblegar voluntades en algunos países centroamericanos, las cosas no le van tan bien en otras partes, ni al interior.
La víspera, un tribunal suspendió un ultimátum del gobierno, dictado por Elon Musk para supuestamente aliviar el gasto público, donde se pretendía obligar a dos millones de trabajadores estatales a presentar su dimisión a cambio de ocho meses de salario.
Incluso en Estados Unidos, desemplear de pronto a dos millones de personas es un golpe fuerte, que se pudo postergar gracias al trabajo de sindicatos y otras organizaciones y un juez federal de Massachusetts. Falta, opinan algunos, que despierte el Partido Demócrata, hasta ahora casi borrado del mapa político en la potencia norteña.