
Crece la diferencia entre ricos y pobres en Estados Unidos
por Guillermo Alvarado
En el mejor país del mundo, según el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sólo 20 de cada 100 familias llegan sin problemas a fin de mes y pueden hacer algo que allí es cada vez más un lujo, inaccesible a la mayoría, como lo es ahorrar una parte de su salario.
Así lo reportó hace unos días un estudio de la firma EarnIn y Talker Research, citado este fin de semana por el diario mexicano La Jornada, donde señala que el trabajador promedio en la primera potencia económica del planeta se gasta el 43 por ciento de su salario en los primeros tres días después del cobro.
Las personas priorizan fundamentalmente el alquiler de su vivienda o hipoteca, alimentos –cuya calidad y cantidad desciende según el volumen de sus deudas- medicinas, el pago de créditos diversos y, en menor medida o sólo ocasionalmente, algún entretenimiento.
Para llegar a los últimos días del mes casi el 40% recurre a un trabajo secundario, 31 de cada 100 recibe apoyo familiar y 28 utilizan tarjetas de crédito, que es una manera de hipotecar su futuro debido a los intereses.
En total, 14 de cada 100 no tienen ningún tipo de respaldo financiero ni cuentan con ayuda de sus empleadores y si pierden el trabajo quedan en cero.
Pero eso es sólo una cara de los problemas, porque hay otros datos aún más estremecedores, como el constante incremento de la pobreza debido a la falta de empleos, inflación, desigualdad de ingresos, endeudamiento o preparación insuficiente para acceder a puestos mejor pagados.
En total el 11,1% de la población total de Estados Unidos, lo cual equivale a casi 36,8 millones de personas, vivían en pobreza y entre 2023 y 2024 creció en 18 puntos porcentuales la cifra de quienes carecen de un hogar, es decir de los que viven en la calle o los parques.
En ciudades como Sacramento y San Francisco es cada vez mayor el número de campamentos de indigentes y si bien las autoridades ven este fenómeno desde la óptica del ornato, la limpieza, la salud o la seguridad, poco se hace para enfrentar la tragedia humana que significa verse en la intemperie.
En los grandilocuentes discursos del señor Trump no hay indicios de un programa para resolver estos problemas, más allá de su lema de campaña de hacer grande otra vez a Estados Unidos, que busca en realidad hacer más ricos a los ricos, pero sin una distribución equitativa de esos recursos.
En 1964 el entonces presidente Lyndon Johnson declaró la “guerra incondicional” contra la pobreza en su país, pero como les ha ocurrido en otras guerras que han emprendido desde entonces, no tienen la menor idea de cómo hacer para ganar ésta.