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Por: Guillermo Alvarado

La pregunta que comienza a sobrevolar cada vez con más insistencia sobre los Estados Unidos es ¿dónde está el partido Demócrata mientras Donald Trump desmantela una por una las ventajas sociales por las cuales esa agrupación ha luchado durante décadas?

Pareciera que la organización que tiene como emblema un burro, justamente por la persistencia hasta la terquedad y capacidad de trabajo de este animalito, se quedó sin ideas luego de la aplastante derrota sufrida ante los republicanos, que los echaron de la casa Blanca y también de las Cámaras Legislativas.

Peor aún, no sólo están huérfanos de iniciativas, sino que encolerizan a sus seguidores con el apoyo tácito o expreso a lo emprendido por el polémico magnate inmobiliario y sus seguidores.

No olvidar que el líder de la minoría demócrata en el Senado, Charles Schumer, y otros nueve de sus colegas, votaron a favor del proyecto de ley de Trump que recortó 13 mil millones de dólares a los fondos para alimentos, salud y transporte destinados a los menos favorecidos.

Al mismo tiempo se elevan los gastos militares y continúa el desmonte de las instituciones federales, desempleando a decenas de miles de trabajadores.

El silencio demócrata es ensordecedor mientras sus eternos rivales luchan contra los programas de inclusión social, racial y de las llamadas disidencias sexuales que prácticamente son enviadas a la clandestinidad y se consolida el poder blanco, protestante y anglosajón.

Y no es que les falten argumentos para enfrentar al ejecutivo, pues a dos meses y cinco días de ocupar su cargo, no se mira por ningún lado alguna intención de Donald Trump de abaratar los precios, como prometió durante su campaña.

Por el contrario, está imbuido en una guerra arancelaria que puede traer severas consecuencias para el país, que ya perdió la amistad de su vecino del norte, Canadá, una economía poderosa muy estrechamente entrelazada con la de Estados Unidos.

Por estos días ocurre una crisis severa con la existencia y los precios de los huevos de gallina, debido a una epidemia de gripe aviar que obligó a sacrificar a millones de ponedoras y desabasteció los mercados.

Sin embargo, se mantiene el silencio, salvo las voces de Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortéz, dos golondrinas tratando de hacer verano.

El duelo por las pérdidas de noviembre ya debería terminar, a menos que los demócratas de verdad estén tan impactados estructuralmente que necesitan reinventarse, si tienen un liderazgo capaz de hacer eso.