
Foto: Consilium.europa.eu
Por: Roberto Morejón
A cinco años de la devastadora pandemia de la Covid-19 y cuando los científicos afirman que el mundo debe alistarse para responder a otro eventual peligro de ese corte, más de 190 países perfilaron un tratado que ayudará a una mejor coordinación entre ellos.
El primer tratado sobre pandemias de la OMS, Organización Mundial de la Salud, vio la luz luego de tres años de arduas negociaciones, con la finalidad de hallar pautas para actuar de forma más eficaz ante crisis sanitarias.
El contenido preconiza un reparto más equitativo de los recursos disponibles para enfrentar pandemias, un punto clave, atendiendo a que ese fue un aspecto neurálgico durante la más cercana en el tiempo.
Como se recordará, el Norte industrializado acaparó la mayor parte de las vacunas y recursos disponibles para combatir la Covid-19, en detrimento del acceso del Sur global.
No por casualidad el asunto más delicado de discusión para el nuevo pacto fue hallar una ruta de estampar lo relacionado con la transferencia de tecnología, casi siempre en poder de las manufacturas en el Norte industrializado, a favor del Sur empobrecido.
Nadie debe crearse falsos optimismos, pues mediante el nuevo tratado los ricos sólo compartirán voluntariamente los recursos disponibles durante una futura calamidad, no descartada por los expertos.
No obstante, representantes de países pobres destacaron su disyuntiva: rechazar el proyecto, o aceptarlo aun con el concepto de voluntariedad de los opulentos a compartir lo que la Humanidad logre acopiar para rechazar los cataclismos de este tipo.
Como acicate para llegar a la letra del trato mencionado figuró el recuerdo de la pasada pandemia, causante de unos 20 millones de muertes y de una crisis económica, cuyas consecuencias se sufren aún.
En forma positiva, el tratado mejora la prevención, preparación y respuesta frente a emergencias sanitarias e insta a los países a fortalecer sus sistemas de alerta temprana y de identificación de nuevas enfermedades, como las transmitidas de animales al ser humano.
Llaman la atención la prolongada negociación y el acuerdo rubricado, pendiente de ratificación en la Asamblea General de la ONU, cuando la OMS es blanco de la ira de Estados Unidos, su principal contribuyente.
La potencia del Norte dictó una guerra de aranceles, recortó la ayuda humanitaria y se retiró de la OMS, a la cual le dedica los peores epítetos.
La administración Trump aboga por imponer país por país sus dictados y rechaza el multilateralismo, pero gracias a lo que queda de ese enfoque, el mundo pudo adoptar el tratado sobre pandemias.