por Roberto Morejón
La economía del principal productor de petróleo del mundo, Arabia Saudita, se resiente y podría agravarse por los fuertes gastos militares, su papel en conflictos regionales y el giro peligroso tomado en las relaciones con Irán.
Luego de años de lujos y obras faraónicas, Arabia Saudita tuvo que aplicar duros recortes de gastos ante un déficit presupuestario gigantesco, de 98 000 millones de dólares en 2015, equivalente a 16 por ciento del Producto Interno Bruto.
Los números rojos condujeron a la familia real a adoptar un programa de austeridad, como en países europeos, una posibilidad inconcebible un año atrás.
La reducción de subsidios a los precios de la gasolina y el alza de tarifas de servicios esenciales podría atenuar el abultado déficit presupuestario, pero tendrá un costo social.
El Estado wahabita justifica los pasos dados por el bajo precio mundial del petróleo, pero contradictoriamente apuesta por aumentar la producción para desbancar a la competencia, según explican analistas.
La familia real pretende neutralizar la rivalidad económica de su aliado estratégico, Estados Unidos, cuyas exportaciones del oro negro crecieron mediante la perforación no convencional de la fractura hidráulica.
Los analistas atribuyen a Riad la intención de hacerle frente a otros productores como Rusia, aunque al unísono castiga indirectamente las economías de Venezuela, Nigeria, Brasil y México.
Como la tesis saudita se impuso en el seno de la OPEP, Organización de Países Exportadores de Petróleo, las cuotas de producción no bajaron y hoy el precio del barril bordea los 35 dólares, insostenible para varios productores.
Los analistas destacaron que si bien Arabia Saudita tomó drásticas decisiones internas, no las acompañó de la baja en el abultado gasto militar.
Esas erogaciones se acentuaron al encabezar la llamada coalición que bombardea el territorio de Yemen desde marzo de 2015, para contrarrestar el avance del movimiento chiíta de los hutíes.
Los desembolsos son notables al financiar grupos armados que intentan derrocar al presidente Bashar Al-Assad, según denuncias del gobierno sirio.
La sangría financiera podría crecer después de la agudización de la añeja rivalidad entre Arabia Saudita e Irán ante la ejecución de un importante clérigo chiíta y otras 46 personas.
Fuentes periodísticas señalaron que Arabia Saudita se inquieta ante la pujanza que retomará Irán después del cese de las sanciones de Occidente, como reza el acuerdo firmado en Austria.
Las protestas que desató la ejecución masiva en Arabia Saudita, la turbulencia económica en ese país, sus peligrosas fricciones con Irán y el anunciado cierre y quiebra de empresas petroleras si baja más el precio del crudo, apesadumbraron los inicios del nuevo año.