Por: Guillermo Alvarado

El anuncio del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, de que prefiere esperar un poco más hasta tener un buen acuerdo para poner fin al conflicto armado interno en ese país, en lugar de firmar un documento incompleto en la fecha propuesta del 23 de marzo, es un importante gesto para alcanzar una paz firme y duradera.

Ya habíamos señalado en anterior comentario que un proceso tan importante y en el que se han invertido grandes esfuerzos, no sólo de ambos  contendientes sino que también de los países garantes y los acompañantes, no debe estar sujeto a plazos fatales.

Se trata, en suma, de poner fin al enfrentamiento más antiguo de nuestra región, que durante más de medio siglo desangró a ese hermano pueblo, con un elevado número de muertos y heridos y millones de desplazados internos.

El diálogo no ha estado exento de escollos que afortunadamente se han logrado superar. El último de ellos surgió cuando responsables del equipo negociador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, las FARC-EP, tuvieron contacto con pobladores civiles durante un viaje para explicar el proceso de paz a los combatientes.

Las imágenes donde las personas demostraban su evidente simpatía por los líderes rebeldes molestaron al gobierno de Santos, quien llegó a proponer limitaciones unilaterales para el trabajo que hacen los insurgentes con sus bases y desató una crisis en las negociaciones, quizás la mayor de los últimos años.

En estas circunstancias se destacó el papel de las naciones garantes del proceso, Cuba y Noruega, que lograron rápidamente desmontar el problema y que las pláticas fuesen retomadas en los primeros días de marzo en su sede habitual de La Habana.

Tras los primeros contactos de días recientes, las FARC-EP anunciaron que se han logrado avances importantes, aunque no está claro aún si habrá una firma definitiva de los acuerdos en la fecha propuesta.

El anuncio del presidente Santos de que prefiere esperar hasta tener el mejor pacto posible permite a los negociadores actuar con más holgura y no sentirse atados a un plazo fijo para alcanzar los últimos entendimientos, entre ellos el más importante de todos, que es la validación definitiva de la paz y en cuyos mecanismos aún no hay consenso.

El gobierno propone la vía de un referendo, lo que es rechazado por los rebeldes que demandan la convocatoria a una Asamblea Constituyente para incorporar todo lo pactado en la Carta Magna y asegurar de esta manera su estricto cumplimiento.

En esta circunstancia es oportuno recordar una vez más aquel pensamiento del padre de la independencia de la India, Mahatma Gandhi, quien afirmó que “no hay caminos para la paz, la paz es el camino”.