Aunque su mandato sólo tiene carácter provisional, el presidente en funciones de Brasil, Michel Temer, no ha perdido el tiempo en comenzar la aplicación de postulados neoliberales y dar marcha atrás a las políticas sociales y de beneficio popular creadas por las administraciones del Partido de los Trabajadores.

Pocos días después de ocupar el cargo las señales preocupantes comienzan a salir de la sede del ejecutivo, entre ellas la eventual participación del capital privado en algunos servicios públicos, entre ellos el correo, el transporte, la energía y los seguros.

El pretexto para promover esta privatización es la reducción del gasto público y el adelgazamiento del aparato administrativo estatal, lo cual incluye su  salida de toda forma de manejo o tutela económica, que debe quedar en manos exclusivas del mercado, entidad todopoderosa que regulará la producción y la distribución de las riquezas según la fórmula de que, a quien más tiene, más le toca.

Por eso no resulta para nada extraña la formación del ejecutivo de Temer, donde los cargos están repartidos entre millonarios y políticos afines a la clase poderosa, muchos de ellos con asuntos pendientes con la justicia por presuntos actos de corrupción.

En el gabinete ministerial no hay un sólo representante de las organizaciones populares, sindicales, indígenas o campesinas. También fueron excluidas las mujeres y los negros. Es un aparato al más puro estilo patriarcal del siglo XIX o la primera mitad del XX.

De acuerdo con el diario O Globo, uno de los voceros del golpismo y que por lo tanto debe saber de qué está hablando, el Gobierno está considerando la venta parcial de su participación en la empresa de correos y en la Casa de Moneda.

También, indica la fuente, podrían venderse participaciones en la unidad de seguros de Caja Económica Federal, un gran prestamista público, y varios operadores de puertos a lo largo del país, en los que el gobierno tiene intereses.

Otras operaciones previstas, de acuerdo con O Globo, incluyen la venta parcial del operador de aeropuertos Infraero, así como de 200 pequeñas empresas eléctricas controladas por la estatal Eletrobras.

Está en marcha, pues, el desmantelamiento de varias reformas realizadas en los últimos 13 años, que permitieron dotar al gobierno de los recursos para implementar programas de educación, empleo, salud y vivienda.

Si a ello se suma la eliminación de la cartera de Mujeres, Derechos Humanos y Equidad Racial, así como del ministerio de Cultura, tenemos suficientes elementos para juzgar hacia dónde se dirige Temer, habida cuenta de aquel sabio refrán popular según el cual “por las plumas, se conoce al pájaro”.