Por: María Josefina Arce
Las líneas de costa en Cuba retroceden anualmente de uno a dos metros perjudicando la calidad de sus playas, conocidas en el mundo, como la de Varadero famosa por su fina arena y la transparencia de sus aguas.
Cerca del 86 por ciento de las playas cubanas son víctimas de la erosión, dado el cambio climático y también de la actividad humana que provocan, pérdidas ecológicas y económicas. De ahí que el gobierno se haya trazado como objetivo rescatar estos lugares de esparcimiento para turistas nacionales y extranjeros.
Por eso en nuestro país el Decreto Ley 212-2000 sobre la Gestión de la Zona Costera regula las acciones para garantizar su protección y uso sostenible, así como la ejecución de soluciones ingenieras.
La Empresa Inversiones GAMMA S.A dirige desde hace más de 20 años estos esfuerzos para la rehabilitación de las playas cubanas, como recurso natural y turístico, extendiendo la experiencia adquirida a la solución de problemas costeros en la región del Caribe.
En ese camino se ha ido a la construcción de barreras rígidas para evitar el oleaje y la penetración, así como al vertimiento de arena, proyecto de gran complejidad técnica, porque se debe identificar de manera correcta la fuente y efectuar los análisis correspondientes para evitar impactos ambientales, señalan los científicos.
En Varadero se puso en práctica con gran éxito esa iniciativa. Desde 2008 hasta 2012 recibió cuantiosos metros cúbicos de esas partículas para ayudar a los 11 kilómetros de playa de uno de los mayores focos de atracción turística de Cuba.
Este verano la iniciativa llegará a los cayos de Jardines del Rey, un archipiélago al norte centro de Cuba rodeado por un muro de corales de 400 kilómetros de largo, la segunda barrera de este tipo más extensa a nivel mundial.
Las playas del este de la Habana también recibirán ese beneficio desde este año y hasta 2030 para restablecer las condiciones paisajísticas y de uso que caracterizan a estos litorales arenosos.
Cuba se esfuerza por cuidar su rico entorno, pero también incentivar aún más el turismo, uno de los motores impulsores de la economía, por lo que elevar la calidad de sus playas es un imperativo para elevar la comercialización de este recurso natural, que por sus atractivos, es uno de los de mayor aceptación entre los visitantes.
