por Paquita Armas Fonseca
Ver a Fidel, al caballo, al uno, en el Carlos Marx, hablando con Nicolás Maduro, sonriendo con las ocurrencias de tus niños Tin, fue un regalo no sólo para el jovenzuelo de 90 agostos sino para todos los vivimos orgullosos de habitar este país bajo su signo.
No creo que nuestro gigante podría haber recibido un mejor homenaje que esa nueva creación tuya, Tin. Tuya y de tus infantes y tus colaboradores, los que escogieron las imágenes desde que era un muchacho espigado, luego el joven atractivo, el militar corajudo, el estadista brillante, el amigo atento, el orador carismático , en fin el líder indiscutible de nuestro país y para muchos, el hombre más trascendente del siglo XX en el planeta Tierra.
Fue una hora de emociones crecientes, con las imágenes exactas de fondo y tus niños empezar con nuestro Martí hasta llegar a Fidel. La música cubana palpitó en cada número, porque tú no puedes hacer otra cosa que derrochar talento.
Brillante, como siempre, el maestro que contrataste, ese Eusebio tan leal como su apellido, y a Omara la Portuondo octogenaria , pariendo con su era un corazón a capella Y Pancho Amat desgranando notas en su tres.
Lograste Tin unir la ternura, la alegría con la sencillez y la calidad en espectáculo que apeló todo el tiempo a nuestros corazones, los de los asistentes al teatro y los que vimos la televisión. El teatro vibró de nuevo con el nombre de dos sílabas que está ligado a la historia de Cuba.
Gracias por ese cumpleaños que organizaste con tu colmena y en el nombre de millones de hombres y mujeres de todos los continentes para los que ver un segundo a Fidel, es tener un instante más de esa vida tan corta que vivimos en esta tierra, aun patas arriba que siempre recordará al muchacho nacido en Birán, 90 años atrás.
(Cubasi)