por Nicanor León Cotayo
Con la grotesca intención de ganar votos, el candidato presidencial republicano lanzó allí un zarpazo contra La Habana.
¿Dónde lo hizo? En la ciudad que durante más de 55 años ha protegido a grupos ultraderechistas financiados por Washington.
Un cable de EFE notificó este viernes que el multimillonario habló en un mitin donde aseguró que, si gana en noviembre, revertirá la apertura hacia Cuba.
Lo hizo durante un discurso en el James L. Knight Center, cuando llegó a decir que se unirían “con la gente cubana en su pelea contra la opresión comunista".
También advirtió que, como esas concesiones de Obama a los Castro fueron hechas a través de órdenes ejecutivas, el próximo presidente puede echarlas atrás, “y eso es lo que haré”.
¿Condición para renunciar a ese castigo? Que La Habana se doblegue y “acepte nuestras demandas”.
Luego repitió el añejo discurso de bandas de origen cubano asentadas por allá desde 1959: liberar los presos políticos e instaurar la libertad de culto en la isla.
Pero, vale reflexionar, un ataque de Donald Trump ¿daña o beneficia?
Solo algunos ejemplos –entre decenas- ayudan a responder esa interrogante.
El ex secretario de Estado (2001-2005) bajo el gobierno de George W. Bush, y general retirado, Colin Powell, caracterizó a Trump como una ‘desgracia nacional’ y ‘paria internacional’.
Así lo sacaron recientemente a la luz tres agencias cablegráficas ni remotamente sospechosas de izquierdistas: AFP, AP y EFE.
Powell lo hizo constar en varios de sus correos electrónicos personales filtrados en Internet por piratas informáticos.
Cuando la cadena NBC formuló una pregunta al respecto, el ex General no lo desmintió, y por el contrario agregó que esos piratas “tienen muchos más”.
En uno de sus correos, Powell anota que el candidato presidencial republicano está en el proceso de destruirse a sí mismo, sin necesidad de que lo hagan los demócratas.
Otro de esos correos llama “racista” la versión de Trump acerca de que Barack Obama no nació realmente en el país.
Al mismo tiempo durante la actual cruzada electoral Powell ha escrito artículos contra la política anti-inmigrantes que propone el magnate.
Pero no solo esto, cuando van saliendo a flote operaciones oscuras llevadas a cabo en instituciones bajo su mando.
Este miércoles, por ejemplo, la prensa informó la apertura de una pesquisa a la Fundación Donald J. Trump, debido a lo nebuloso de algunas de sus transacciones.
¿Quién ordenó ejecutarlas? El fiscal general del estado de Nueva York, Eric Schneiderman.
"Nos preocupa que la Fundación Trump haya incurrido en alguna práctica irregular", dijo el fiscal durante en una entrevista con la CNN.
Antes, The Washington Post insertó artículos que ponían de manifiesto la existencia de operaciones cuestionables hechas por esa fundación.
Un caso, indicó el Post, la compra de un retrato del magnate inmobiliario, para sí mismo, por el que la entidad pagó 20 000 dólares con dinero destinado a obras humanitarias.
Otro ejemplo. En 2013 la fundación hizo llegar 25 000 dólares a la campaña de la fiscal general de la Florida, Pam Bondi, cuando amagaba investigar por fraude a la Universidad Trump.
Como por arte de magia, el proyecto de indagación quedó en suspenso.
Esto, sin mencionar el odio que ha desatado entre mujeres, mejicanos, afroamericanos, musulmanes y otras minorías la forma en que Trump los desprecia.
Figuras relevantes del arte y la cultura de Estados Unidos se muestran públicamente espantadas de que alguien como este injerto de esquizofrénico y analfabeto político llegue a la Casa Blanca.
De ahí que sus ramplones ataques contra Cuba, en lugar de arañarla, le benefician.
(CubaSí(