Ronald Espinosa: Lo que me interesa es contar historias

Editado por Maria Calvo
2016-09-22 13:04:05

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por Giusette León García

En entrevista exclusiva con CubaSí, confirmamos que las conocidas gordas de Ronald Espinosa están hechas para atrapar, enamorar y conectar al espectador con una historia más larga y absolutamente cubana.

Quizás por eso prefiere, entre los artistas nacionales, a Pedro Pablo Oliva; porque comparte ese interés por decir, dialogar y colorear la crónica cotidiana de esta isla, pues las conocidas gordas de Ronald Espinosa están hechas para atrapar, enamorar y conectar al espectador con una historia más larga y absolutamente cubana.

—¿Por qué y cómo llegó al personaje de la gorda?

—Desde pequeño, mi mamá me proporcionaba los medios y yo hacía muchas historietas, hacía cómics y trataba de narrar historias a mi manera; por ahí deben andar todavía, mi mamá tuvo el cuidado de guardarlas. El primer elemento, el leitmotiv de mi trabajo inicial, fue la música, pero yo tenía esa necesidad de narrar historias y me faltaba un personaje. Hubo un tiempo que incursioné en las flacas, hice incluso una exposición, se llamaba «Euterpe», la musa de la música, y todo el mundo me decía: sí, qué bien, qué bonito, qué vuelo poético. Desde el punto de vista comercial tuvo mucho éxito, pero yo me sentía inconforme, me parecía que había traído una francesa anoréxica para acá, muy sensual, pero le falta esa cosa del choteo, de la vis cómica, algo simpático, algo que pique en lo prácticamente absurdo. Entonces dije: una flaca bailando ballet es lo más normal del mundo, pero ya cuando pones una gordita bailando ballet, con unos piecitos chiquiticos así, ya se vuelve simpático, atractivo. Entonces yo necesitaba ese personaje para enganchar, primeramente; tratar de que tú te acercaras por lo simpático, por lo afable, y después pudieras leer el mensaje que yo quería dar.

—¿Hay algo de caricatura en sus piezas?

—Lo que pasa es que en mi obra yo tengo muchos códigos del humor; de hecho, hay quien se debate entre si llega a ser caricatura o es artes plásticas. Yo hasta me puse el reto de participar en un concurso en San Antonio de los Baños y llegué a ser finalista. Para mí es una obra plástica con códigos de humor.

—También ha incursionado en la abstracción. ¿Qué lo motivó?

—Empecé a coquetear con la abstracción, pero de hecho le decía a la gente: “es la manera de darle de comer a las gordas, para no desprenderme de ellas”. Yo, primeramente, soy autodidacta, entonces lo hago más por un divertimento y más por querer decir; cada uno de mis cuadros trata de narrar una fantasía, un acontecimiento social; entonces les tengo tanto aprecio, que me cuesta desprenderme de mis gordas, venderlas; entonces busco variantes alternativas, hacer algo que es muy mío, tiene un sello bastante personal también, pero es mucho más espontáneo, más desenfadado, y lo que sale es el efecto. Se presta mucho para la decoración, más todavía quizás que las mismas gordas, atendiendo a lo que es la decoración contemporánea, y me ayudaba a los gastos que tenían las gordas, porque el lienzo, la pintura, todo cuesta, y además, poder trabajar con calma, como yo digo: tener la línea de fluctuación que me permita crear sin apuro, a mi antojo, a mi ritmo, a mi paso…

—Hay cierta similitud en el trabajo con el color y las texturas, por ejemplo, entre las gordas y los abstractos. ¿Es intencional?

—Sí, fíjate cómo surgió la abstracción: yo no tengo formación académica, entonces, todos los caminos conducen a Roma, pero unos con más escollos que otros, el mío es el de más escollos, yo lo he tenido que hacer leyendo, pero sobre todo experimentando. Entonces me volví un poco alquimista para lograr las texturas de las mismas gordas, y en ese proceso de búsqueda de cómo hacer un fondo, cómo hacer esa composición, esa atmósfera que necesitaba la gorda, mucha gente me empezó a decir: pero eso es un abstracto, y entonces ahí dije: bueno, esto, en lo que se va buscando, me va sirviendo para salvar lo otro, y de hecho, hay quien dice que le gusta más la abstracción mía que las gordas. Yo pienso que, bueno, para gustos se han hecho colores, pero siempre digo que yo coqueteo con la abstracción; yo respeto mucho el problema de la abstracción, es decir, mi intención no es ser un abstraccionista, sino buscar efectos, y no deja de tener mi impronta, pero yo soy muy figurativo y hago un arte muy popular: mis gordas, aunque eso se lo dejo a los críticos, las considero un arte popular.

—¿Qué tiene la gorda que no tiene el abstracto?

—La gorda tiene la historia, esa narrativa que yo quiero poner. Yo quiero que la gente llegue, y no digo la gorda en un tono despectivo ni nada, yo le tengo tremendo cariño; antes le decía la gordita, ahora ya son gordas, y tienen eso, que me permite dialogar hasta con los públicos más etéreos: un niño, una persona mayor, porque es un mensaje muy legible y comprensible. Independientemente de que está la famosa polisemia del arte y cada cual interpreta lo que quiera, trato de narrar historias que lleguen. Me ha pasado con la gordita en los países a los que he viajado, que no entendían la historia, sin embargo, sí veían la parte de la iconografía simpática, agradable. Recientemente, en Canadá, me presento con el abstracto y cuando me sacan el catálogo, me dicen: pero creo que de todas formas esto es lo tuyo, y de hecho, tuvo más efecto la gordita que los mismos abstractos.

—Volviendo a su formación autodidacta, ¿cómo lo ha hecho?

—Trabajando, la primera palabra es trabajando, emborronando cuartillas, o lienzos, o cartulinas. Leyendo, porque todos los libros de arte que me caen en las manos los leo, los estudio. Viendo arte: iba a museos, a galerías, siempre tratando de ver, no con los ojos del espectador de «qué bella está la obra», sino de ver técnicamente: cómo, los efectos... y lo más difícil siendo autodidacta es lograrte insertar en ese medio, ese reconocimiento entre el grupo de artistas es muy difícil, porque tú no perteneces, y entonces lo que va a hablar por ti va a ser tu obra.

—¿Cómo es la gorda, cuáles son las características del personaje?

—Es un personaje que se inserta en la sociedad y hace de todo. Es muy atrevida, muy desenfadada, simpática; además, procura, inteligentemente, enamorar, y lo logra. Yo vivo apasionado con ella; me alegra mucho que a la gente le guste, pero el que se divierte como un loco cada vez que la está pintando, soy yo. Muestra en el rostro una nobleza, una aparente ingenuidad; es dulce, agradable, pero además, rompe todas las barreras, porque lo mismo la pongo bailando ballet, que manejando un bicitaxi, que bailando una rumba...

—¿Es cubana?

—Seguro, estas gordas son de chicharrón y yuca, no te quepa la menor duda. Es que necesito estar aquí para que me surja la idea, llego con ansias de trabajar porque tienen que nacer aquí, son fenómenos cotidianos que surgen aquí, son imaginaciones dentro de este ámbito, fuera yo creo que no puedo.

—¿Algún proyecto nuevo?

—Ahora se me ha ocurrido hacer una industria manufacturera del arte, que no lo inventé yo, eso está establecido hace rato. Vi que la gordita, como es tan popular, se prestaba y, te voy a ser sincero: Artex me puso la pala, hablando en buen cubano, porque vi que funcionaba dentro de la colección Arte en Casa. Después, en un viaje, veo que Brito, un pintor brasileño, tenía su galería y en todas las esquinas había algo de él impreso en alguna cosa; de ahí me surgió la idea y estoy desarrollando un proyecto que se llama 3XL, ahora solo comienza, porque es 3XL.

—¿Por la amplitud que pretende alcanzar?

—3XL porque somos tres personas los que hasta ahora participamos, aunque es más ambicioso y después quiero llevarlo a diferentes soportes que ya se van del ámbito de mi trabajo. Ahora estamos haciendo cerámica; queremos ponerlo en delantales, paños y guantes para la cocina; quiero hacer cojines, muebles, es decir, es un proyecto muy, muy amplio, por eso también 3XL. También 3XL porque es una exposición que no pude hacer en Cuba, precisamente porque algunas de las gorditas se enamoraron en el extranjero y se quedaron por allá; se me descompletó la colección y entonces se me quedó aquello de que no pude mostrar aquí la colección completa, así que también por eso decidí llamar así al proyecto.

—También es una manera de ampliar el alcance de sus piezas dentro de Cuba…

—Yo quisiera que mi obra llegara a todo el mundo, ojalá en el futuro este proyecto pueda contribuir a eso. Yo empecé haciendo esto por un divertimento, lo disfruto, entonces, si he logrado que mucha gente lo disfrute al igual que yo, mejor. Hasta por un problema de agradecimiento, hay que buscar que esa gente lo tenga. Al principio, cuando Artex me planteó la idea, yo decía: mi obra en un cenicero, pero me di cuenta de que, además de que es promoción, es la manera que tiene mucha gente de acercarse a tu obra, sobre todo los cubanos, y entonces me pareció muy bien.

 

 

 

 

 

(CubaSí)



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