por Luis Ángel Rondón Álvarez
Recientemente Santiago de Cuba acogió la sesión semestral de la Alta Cámara de la Gran Logia de Cuba de Antiguos Libres Aceptados Masones, un encuentro que por más de cinco décadas no se celebraba en esta ciudad del oriente cubano.
La masonería es una institución democrática con 157 años de historia en el archipiélago. Su Alta Cámara sesiona anualmente en marzo y semestralmente en septiembre. Estas reuniones de manera regular se han celebrado en la Habana, pero excepcionalmente la última se realizó el pasado día 25 en Santiago de Cuba, con una representación masónica de todas las logias del país.
Por lo histórico de este acontecimiento para los miembros de dicha institución fraternal, ya que es posible que demore mucho tiempo en repetirse, Sierra Maestra entrevistó a Lázaro Faustino Cuesta Valdés, Gran Maestro de la Gran Logia Masónica de Cuba. Un hombre locuaz y preciso que, a pocas horas de su partida, con toda amabilidad respondió al llamado de este periódico.
¿Por qué tras tantos años sin sacar las sesiones de la Alta Cámara de La Habana se escoge a ‘Santiago’ para hacerlo?
Masónicamente Santiago de Cuba tiene particularidades que nos obligan a mirar hacia acá. Muchos de los grandes hombres de las guerras del 68 y del 95 fueron de esta tierra. Aquí se fundamentaron los principios elementales del concepto de libertad, representado en su mayoría por masones.
También en ‘Santiago’ se constituyeron las tres primeras logias masònicas regulares de Cua y de aquì naciò la Gran Logia Masónica de Cuba. Todas estas razones, unidas al calor que siempre hemos recibido de las manos fraternales de los hermanos santiagueros, motivaron la decisión.
¿Tengo entendido que usted se convirtió en el primer Gran Maestro que rinde tributo a Martí en su mausoleo?
La subcomisión de cultura de Santiago de Cuba creó un programa para la presencia de nosotros acá que comenzó con una ofrenda floral en la cripta de nuestro venerable hermano José Martí. Ser el primer Gran Maestro que le rinde esta pleitesía no es un honor mío sino de todos los masones cubanos, puesto que el pensamiento y la proyección de Martí es netamente masónica. Él además de ser nuestro hermano es también nuestro faro y guía.
También iniciaron ustedes el sendero de masones en el Cementerio Patrimonial Santa Ifigenia, primero de su tipo en el país. ¿Qué le significó ese acontecimiento?
En ese sendero de los masones aparecen notables personalidades públicas, políticas y fraternales e inclusive personas de la sociedad santiaguera que gozan de nuestro respeto. Por lo tanto, caminar por él es reencontrarse con la historia.
Masonería, historia y sociedad son elementos que caminan de la mano, no se puede hablar de uno sin mencionar a los otros. Por tal motivo, ese sendero también es un reencuentro con nosotros mismos y una oportunidad para que empiece a conocerse que la masonería en Cuba, está viva, activa y en proyección constante en cuanto a la relación con la sociedad.
Ya que aborda ese tema, quisiera que nos hablara sobre la salud de la masonería en Cuba.
En este momento goza de salud, luego de haberse recuperado de un período en el que parecía que la masonería fallecía.
Una emigración masiva de masones en los primeros años de la Revolución deprimió la membresía de más de 30 000 hombres a 19 000, muchas logias tuvieron que abatir columnas y otras fueron intervenidas o cerradas. Además, el estado de deterioro de nuestros templos debido a la incapacidad económica para poderlos mantener, ocasionó derrumbes parciales o totales de ellos.
Asimismo, durante mucho tiempo se limitó el derecho de un masón a ser miembro de las instituciones políticas del país y algunas veces hubo limitaciones hasta del punto de vista social que nunca fueron gubernamentales, pero existían.
Sin embargo, desde un tiempo a la fecha han cambiado las proyecciones del Estado con relación a las instituciones fraternales y al haber menos limitación de derecho para el hombre, muchos jóvenes se han interesado en formar parte de la masonería, por lo que ella representa desde el punto de vista histórico, social y de enseñanza al mejoramiento humano.
Hoy crecemos y nos multiplicamos. Tenemos aproximadamente 27 000 mil masones en toda la República y 321 logias activas y dos o tres más en proyectos de apertura a corto plazo.
Para ganar más en ese saber que usted hablaba, coméntenos sobre qué principios se sustenta la masonería en Cuba.
La masonería es la institución orgánica de la moralidad y su trabajo fundamental es hacer del hombre bueno un hombre mejor para la sociedad, puesto que la labor masónica está dirigida al beneficio de todos los seres humanos que habitan el planeta tierra.
¿Cómo usted le ilustraría qué es la masonería a los lectores que no conocen nada de ella?
La forma más fácil, a mi criterio, es remitirlos a la historia. Haciéndoles saber que hombres como José Martí, Carlos Manuel de Céspedes, Antonio Maceo, Ignacio Agramonte, entre otros, fueron masones. No es una coincidencia que un pensamiento liberal, de amor al sentido de la Patria, del concepto de luchar y morir por la libertad de su país sea un sentimiento desconocido.
Igualmente les diría que en La Habana tenemos un museo masónico al alcance de todos y que en cualquier municipio del archipiélago existen logias con comisiones de cultura e instrucción, las cuales están siempre dispuestas a evacuar cualquier duda.
Les haría saber que lo único que realizamos secreto son nuestros rituales o sea nuestros toques, saludos y signos, porque forman parte del secreto masónico.
¿Actualmente cómo es la relación de la Gran Logia de Cuba con sus similares en el Mundo?
Durante muchos años en el mundo se pensó que la masonería en Cuba había desaparecido, puesto que históricamente en los países que han asumido la postura socialista o comunista esto ha ocurrido. Cuba es un caso excepcional. Y creo que lo es, porque de haber separado la masonería de su historia hubiera sido lacerarla.
Actualmente la Gran Logia de Cuba tiene relación con todas las grandes logias regulares del orbe y en mi condición de Gran Maestro he podido salir al exterior y dar a conocer que se puede venir acá y Cuba puede ir a cualquier lugar, puesto que a la masonería hasta hoy no se le ha limitado ese derecho.
¿Personalmente, cómo se ha sentido en Santiago de Cuba?
Esa pregunta debo responderla desde tres aspectos diferentes. Como Gran Maestro, me siento muy satisfecho con el trabajo que han realizado los masones santiagueros, pues pese a las dificultades hemos podido hacer un evento que por su calidad y espiritualidad queda como un precedente para la historia.
Como un maestro masón simple, he sentido en la mano de cada hermano el abrazo afectivo, profundo y sincero que les caracteriza.
Y como un ciudadano común, con todos y cada uno de los santiagueros con quien he tenido la posibilidad de compartir o dialogar me he sentido en familia. He venido muchas veces a Santiago, pero cada vez que lo hago me queda la motivación de querer volver, por todo lo bueno, sincero y franco que recibo.
¿Algo más que le quede por expresar?
Siempre he dicho que la gratitud es la memoria del corazón y sería inmoral de mi parte hablar de todo de lo que he hablado sin dejar constancia de mi agradecimiento como Gran Maestro por las atenciones, ayuda, apoyo, a medida de sus posibilidades, que los órganos políticos de la provincia tuvieron a bien brindar a mis grandes funcionarios.
(Tomado del periòdico Sierra Maestra)