Por Pedro Antonio García
Antonio Guiteras fue algo más que un hombre guapo, como este redactor ha reiterado en otras ocasiones. Valiente, eso sí, pero limitar sus virtudes al coraje sería un reduccionismo absurdo.
Por sus escritos y pronunciamientos, por su quehacer como ministro del Gobierno de los 100 días, por el programa que redactó para la organización fundada por él, Joven Cuba, ocupa un puesto relevante en la historia del Pensamiento Socialista en Cuba.
Por una de esas ironías de la historia, el más grande antimperialista cubano en la primera mitad del siglo XIX nació en Estados Unidos el 22 de noviembre de 1906.
Se inició en las luchas revolucionarias en 1927 cuando estudiaba Farmacia en la Universidad de La Habana y participara activamente en el Directorio Estudiantil Universitario (DEU) contra la prórroga de poderes.
Solo su graduación en el verano de ese año lo exoneró de la expulsión en la purga desarrollada en la casa de altos estudios por Machado en el siguiente curso académico.
Partidario de la lucha armada, se involucró en varias conspiraciones contra la tiranía y sufrió cárcel. Opuesto a la injerencia del embajador yanqui, declaraba a un periódico:
"Rechazo toda idea de mediación entre el gobierno y la oposición con el fin de llegar a un acuerdo estimando que el único medio posible de solucionar el conflicto entre los sostenedores del actual régimen de facto y el pueblo es la revolución".
Una vez derrocada la tiranía e instaurado el Gobierno de los 100 días, le llamaron para que asumiera la secretaría (Ministerio) de Gobernación.
Luego Guiteras afirmaría que tuvo "la satisfacción de haber llevado al presidente Grau los decretos que atacaban más duro al imperialismo yanqui".
Nadie en su época refutó su autoría sobre el establecimiento del salario mínimo y la jornada de ocho horas, en las legislaciones en defensa del colono y a favor de los pequeños centrales y la propiedad azucarera nacional, en la creación de la secretaría del Trabajo para que deviniera árbitro entre patronos y obreros, cuyos intereses eran también atendidos.
Cuando Guiteras intervino la Compañía de Electricidad, de propiedad yanqui, la ultraderecha cubana y el imperialismo no esperaron más y Fulgencio Batista perpetró un golpe de Estado contra el Gobierno de los 100 días, con la complicidad del embajador yanqui Jefferson Caffery.
Ya clandestino, el exsecretario de Gobernación envió su artículo Septembrismo, a la revista Bohemia, en el que analizaba las causas del fracaso de ese gobierno: "Tenía que ir forzosamente hasta la raíz de nuestros males: el imperialismo económico […] un movimiento, que no fuera antimperialista en Cuba, no era una revolución. Se servía al imperialismo yanqui o se servía al pueblo, pues sus intereses son incompatibles".
Con precisión leninista definía su concepción de vanguardia revolucionaria: "una revolución solo puede llevarse adelante cuando está mantenida por un núcleo de hombres identificados ideológicamente, poderoso por su unión inquebrantable, aunados por los mismos principios".
A mediados de 1934 Guiteras fundó la Joven Cuba, que suscribía en su Programa como esencial "el credo antimperialista a cuya luz se desenvolverá una política exterior e interior genuinamente cubana".
Entre otras cuestiones, la organización insurreccionalista tenía entre sus objetivos, una vez en el poder, la denuncia de todo tratado o convenio internacional que perjudique a la nación, la igualdad de la mujer, la nacionalización del subsuelo y de los servicios públicos, la creación de formas cooperativas en la agricultura y la industria y la erradicación del analfabetismo.
Tras su caída en combate en El Morrillo (occidental provincia de Matanzas) contra fuerzas batistianas en 1935, la figura de Antonio Guiteras fue relegada y subvalorada por la izquierda marxista. Sería la Generación del Centenario, desde la redacción del Manifiesto del Moncada, quien revitalizara su pensamiento.
Luego en el primer año de la Revolución en el poder, al rendirle homenaje, Fidel afirmó: "quiso lo que nosotros queremos y cayó antes de lograrlo, como han caído otros muchos revolucionarios; porque comenzó a hacer lo que nosotros estamos haciendo hoy; porque combatió los mismos males que nosotros estamos combatiendo hoy".
Y Ernesto Che Guevara, dos años después, añadiría: "esta es la época que Guiteras soñara vivir, el mundo que soñara Guiteras para los cubanos".
(Tomado del periódico Granma)