Por Susana del Calvo
La Habana, 27 nov (RHC) Fidel Castro Ruz ha muerto." El dolor estremeció nuestro cuerpo. Llevaremos por siempre su recuerdo en el corazón.
Este sencillo mensaje de amigos de México que estuvieron junto a nosotros como médicos, Mario y Carlota, son parte de la solidaridad internacional que vino a brindarnos su mano amiga desde los inicios, fueron capaces de ver más allá en los albores de la década de los 60 del pasado siglo.
Es difícil escribir estas líneas cuando estás involucrado en el dolor de un pueblo que han tratado durante más de medio siglo de someter, escuchaba en mi recorrido por la ciudad cómo todos lo consideraban más que un padre, repetían que había muerto el presidente, como único, como algo también suyo, algo universal que traspasa las fronteras del país para convertirse en patrimonio de la humanidad.
No falta quienes empleen palabras soeces porque pertenecen a aquellos que forman parte de las filas que no reconocen que no hay mayor fracaso que alegrarse de la muerte de aquel hombre que no pudiste vencer en la vida, son los que sólo miran las manchas del sol y no su luz.
El doctor Hallder Morris, un líder de los médicos peruanos nos escribe: Compañeros, para hacer presente mis condolencias al pueblo cubano por la partida del compañero joven Revolucionario Socialista Cubano, que luchó contra la dictadura batistiana, contra el analfabetismo, por la disminución de la mórbi mortalidad Infantil, por la dignidad del hombre. Y termina con un viva Fidel que nace del corazón.
Desde Perú también nos escribe el joven futbolista Antonio Meza Cuadra Bissó, hijo del hombre que escribió el libro Fidel y la Salud médico de ciencia y conciencia: Murió Fidel Castro para vivir en la memoria y el corazón de todos lo que anhelamos una Patria digna, libre, justa y solidaria.
El comentario del doctor Manuel Benza con sus recuerdos de los encuentros con Fidel que daremos en otra oportunidad y nos muestran como es el líder de la Revolución Cubana.
Y para terminar, un poema del colombiano Luis Díaz-Granados
El idioma que hablamos
---y leemos---
el lenguaje que oímos
---y pensamos---
nos regala en su pura
melodía de diamantes,
palabras como patria,
como valor y América,
como heroísmo y Cuba,
como grandeza y lucha,
dignidad y alegría,
Revolución
y muchas más
idénticas y afines.
Lo asombroso de todo
lo que los signos dicen
es que tengan figura,
encarnación y símbolo
y que en un sólo nombre
las mejores palabras
del idioma
se conviertan en una,
con la F de fe,
con la I de ideal,
la D de
dignidad,
con la E de esperanza,
con la L de luz,
para decir: ¡FIDEL!