por Yuris Nórido
Zeleidy Crespo y Carlos Luis Blanco protagonizaron Fauno, una de las propuestas de la temporada recién presentada por Acosta Danza por estos días. Los entrevistamos.
Zeleidy y Carlos son dos bailarines que se distinguirían en cualquier compañía, incluso en una como Acosta Danza, donde la diversidad es norma.
Hermosos, naturalmente elegantes… integran una pareja de impactante plasticidad. Pero no solo eso: hay una fluidez singular cuando bailan juntos.
En Fauno, de Sidi Larbi Cherkaoui, es particularmente notable. Los dos bailarines interpretarán el pas de deux en la temporada que presentó la compañía Acosta Danza en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Los entrevistamos.
—¿Qué les seduce de esta coreografía?
CARLOS LUIS: De este Fauno me seduce todo. Me encanta la música. Cuando lo montaron, fui uno de los seleccionados. Pero también podía ver cómo se lo montaban a otros. Y ver la coreografía, escuchar la música, me provocaba sentimientos muy fuertes. Esa música te permite viajar. Y eso hago mientras bailo la coreografía. Y trato que eso lo experimente también el público.
La coreografía está tan bien pensada, que es como si música y movimiento fueran un todo. Comienzas bailar y es como si despertaras. Los movimientos son muy flexibles, la línea es muy licuada. Justo lo que pide la música. Tal parece que uno pudiera dejarse llevar (obviamente, no es tan así, todo está muy bien calculado).
Llegas a establecer una conexión muy fuerte con tu pareja. Y eso también es lo que narra la coreografía (el encuentro entre un fauno y una ninfa). Incluso, sin ningún tipo de malicia, es evidente esa exaltación del amor carnal. Y eso trasciende a los espectadores.
ZELEIDY: La historia, sobre todo. La fluidez del movimiento. Y particularmente la interacción con mi pareja. Es como el primer encuentro entre dos seres.
Además, existe una conexión muy fuerte entre Carlos Luis y yo. No sé si es el físico, la química entre los dos. Es algo que estoy investigando. No pudiera definirlo, pero me gusta.
—¿Por qué creen que los escogieron para este dúo?
Z: Creo que vieron el personaje en mí. Plásticamente hablando. Aproveché la oportunidad y nada más de comenzar a bailar me lo creí. Me sentí una ninfa. Al principio me costó un poco. Pero lo fui estudiando y fue fluyendo.
C: Debió haber sido por mi trabajo, y porque estoy bastante cerca de lo que se pide en esta coreografía. Creo que pude asimilar bien la calidad del movimiento. Y también debió ayudar el físico. Zeleidi y yo tenemos mucho que ver, tenemos una imagen que seguramente resulta interesante, singular.
—¿Qué le aportan ustedes a esta compañía?
C: Primero que todo la experiencia acumulada. He bailado mucho, desde que estaba en la escuela hasta que fui promovido a primer bailarín en Danza Contemporánea de Cuba (DCC), que es una de las mejores compañías del país. Allí bailé obras de coreógrafos muy distintos, con diferentes métodos y exigencias. Eso me ha permitido ser un bailarín muy flexible.
Estoy consciente de que físicamente no me parezco a ningún otro bailarín del elenco, así que ese también es un aporte.
Claro, esto es un intercambio. Yo aporto, pero también me aportan. Estar aquí es una oportunidad para seguir aprendiendo.
Z: Yo creo que soy una especie de punto y aparte. Mi formación es muy variada, soy una bailarina formada en la mezcla. Y por eso precisamente aporto diversidad. Tengo incorporados otros estilos… y eso se va a notar, aunque yo no lo pretenda. Baile lo que baile detrás hay una presencia muy fuerte: el cabaret.
—¿Cuál es el mayor reto que asumen al integrar un elenco tan disímil?
Z: Para mí es una gran meta. Siempre me he planteado estar a la altura de todos mis compañeros. Todos vienen de grandes compañías: el Ballet Nacional de Cuba, Danza Contemporánea de Cuba, el Ballet de Camagüey… y yo vengo de otro mundo, que tiene otras lógicas, otros métodos de trabajo.
Pero creo que lo estoy haciendo bien.
C: El reto es funcionar como un grupo. No es fácil. Somos bailarines distintos y tenemos que articularnos cada vez mejor. No se trata de homogeneizar, pues la diferencia es riqueza. Se trata de poder crear una buena energía entre todos.
En lo particular, me gustaría hacer algo más neoclásico. Un neoclásico algo contaminado, se entiende, eso me seduce más. Ya lo hice en DCC y creo que estoy listo para hacerlo aquí.
(CubaSí)