por Leydis Tassé Magaña
Fátima se levanta bien temprano y cuando sale de su casa parece respirar un aire distinto, ese que solo se inhala en la santiaguera barriada de Los Hoyos, donde nació y de la cual nunca ha querido salir, por dictamen del corazón.
La Patterson recorre esas calles, saluda a los vecinos, amigos y conocidos, los de siempre, y se enrumba hacia la calle Santo Tomás, porque las tablas la esperan.
Allí, en el Café Teatro Macubá, frente al escenario y pocos minutos antes de comenzar los ensayos, con ese brillo que sobresale en sus ojos cuando va a actuar aunque sea a solas, respondió ante una periodista.
¿Qué representa la actuación en su vida?
Tengo 65 años y de ellos 47 me los he pasado actuando, más de la mitad de mi existencia. Actuar es algo vital para mí, no me imagino haciendo otra cosa ni fuera del escenario, ya sea como actriz o directora.
Soy sencillamente una mujer de la actuación, es mi mundo.
El Café Teatro Macubá para Fátima Patterson
Macubá es una obra de vida, es como un niño al que engendramos y parimos, pues para su construcción estuvimos aquí desde el principio, recogimos escombros, levantamos paredes, pintamos, limpiamos, lo hicimos nuestro al dejar en la faena sudor y esfuerzo.
Dejarlo listo para que fuera inaugurado en 2015, al celebrar el aniversario 500 de la fundación de la villa de Santiago de Cuba, fue maravilloso.
¿Qué le significa el otorgamiento del Premio Nacional de Teatro 2017?
Más trabajo, sin dudas es un lauro muy gratificante, porque reconoce el desempeño de toda una existencia en lo que me gusta hacer, pero a la vez representa más entrega, mucho más compromiso para continuar haciendo arte.
¿La sorprendió la noticia?
Estaba en la casa y cuando los compañeros del jurado y el Presidente del Consejo Nacional de las Artes Escénicas me comunicaron todo me sorprendió, hasta me asusté. Me emocionó mucho, hizo como si se disparara un botón que proyectara la película de mi vida y mi profesión.
Entonces vi muchas cosas, me acordé de tantos compañeros que ya no están, personas que también hubieran obtenido ese premio, porque alcanzar reconocimientos de este tipo resulta como si le dieran a uno un golpe en la cabeza, hace meditar sobre lo que ha pasado y lo que tiene que pasar.
Santiago de Cuba para Fátima y, en especial, el barrio Los Hoyos (la actriz ríe y no pierde el gesto de los labios mientras articula la respuesta):
Yo tengo una relación de amor tormentoso con mi ciudad, como son todas las relaciones de amor, porque quiero apasionadamente a Santiago, como es, y trataré siempre de que sea mejor.
Cuando estoy fuera de mi ciudad y llego acá, quisiera que el carro que me conduce fuera más rápido para llegar pronto a mi casa, a ese barrio donde nací y conozco tantas personas bonitas en espíritu, otras que no lo son también, pero con las que he crecido y a las que he brindado mi arte para alimentar el espíritu y descubrir la belleza de lo diverso.
Con ese propósito, hemos llevado nuestro trabajo a esa comunidad y otras de este oriental territorio.
¿Los Hoyos? (lanza una ligera carcajada)
Los Hoyos es amor y sonido, cosas que no se pueden olvidar como la conga, La Carabalí, la Tumba Francesa, los pregoneros y carretilleros, e infinidad de detalles.
Realmente hay mucho ruido, y casi siempre las personas se concentran solo en eso, pero espero que con el tiempo se fijen más en los sonidos interiores, esos que vienen del corazón.
¿Se nace con la actuación o es un don construido por la vocación y la práctica?
Es un oficio en el cual hay que trabajar mucho y perfeccionarse, pero creo que hay una cuota de talento que la vida da.
No obstante, hay que buscar las herramientas necesarias para desarrollar ese don y alguien que ayude a moldearlo, aunque el principal responsable de hacerlo es uno mismo, que se sigue construyendo internamente a partir de experiencias propias, para luego exteriorizarlas.
Cada obra y personaje parten de una experiencia distinta, el actor siempre está desde el principio, buscando por dónde empezar, es lo hermoso y disfrutable de este trabajo.
¿Qué es lo que más aprecia y rechaza Fátima Patterson?
Aprecio mucho en las personas la honestidad, hay verdades que hieren profundamente pero constituye esencial conocerlas; detesto la mentira, me duele mucho y hay cosas que no perdono, algo que quizás es negativo en mi personalidad, pero me hace tanto daño que incluso aunque pueda convivir con ella la herida que provocó no sanará, siempre va a estar ahí.
Sobran las preguntas, pero el ensayo está casi al comenzar.
Fátima, con elocuente humildad, agradece el intercambio y se pone de pie.
Sonríe otra vez, vuelve ese brillo a sus ojos, es que ha subido nuevamente a las tablas del Macubá a hacer lo que le gusta.
Actuar, actuar, actuar.
(CubaSí)