Por Martín Corona
Nacido en cuna de oro y fallecido en extrema pobreza, el líder independentista cubano Francisco Vicente Aguilera Tamayo dejó para la posteridad un ejemplo inmortal de patriotismo, altruismo y grandeza.
Este 22 de febrero, cuando se cumplen 140 años de su deceso, la que él ayudó a crear y defender estará rindiendo homenaje a una de las personalidades más distinguidas en la primera guerra cubana contra el dominio colonial de España y la esclavitud.
Vio la primera luz el 23 de junio de 1821, en la oriental ciudad de Bayamo, centro histórico de la región donde maduraron primero los rasgos de la nacionalidad cubana y comenzó la mencionada contienda.
Detentó una de las mayores fortunas del Este de la Isla, con propiedades en las comarcas de Bayamo, Tunas, Manzanillo y Jiguaní; alrededor de 10 mil caballerías de tierra, ingenios azucareros, mucho ganado, esclavos, teatro y otros bienes.
Se pronunció, desde joven, contra la metrópoli española y resultó líder natural de la conspiración que hizo estallar la mencionada guerra, el 10 de octubre de 1868.
En aquel tiempo, presidía el Comité Revolucionario de Bayamo y la Junta Revolucionaria de Oriente, pero secundó, sin vacilar, el grito encabezado por su coterráneo Carlos Manuel de Céspedes, a quien reconoció como jefe supremo del movimiento.
Se opuso a quienes pretendían discutir el liderazgo de Céspedes, y estuvo entre las figuras sobresalientes en el esfuerzo por mantener la unidad de los jefes de la naciente insurrección.
Algunos historiadores afirman que, ya antes del 10 de octubre, los acontecimientos rebasaban la visión y el mando de Aguilera, quien pretendía reunir la mayor cantidad posible de recursos para iniciar la guerra.
Recuerdan que decenas de patriotas permanecían en los montes, para no ser apresados, y varios grupos acordaron tomar las armas en aquel octubre, a lo cual se oponía el presidente de la Junta.
Cabe agregar que, entre los conspiradores, Céspedes tenía mayor experiencia, acumulaba la más extensa hoja de servicios a favor de la causa separatista, poseía una concepción muy clara acerca de la realidad cubana y estaba al tanto de los procesos políticos de su tiempo.
Según Ludín Fonseca, historiador de Bayamo, Aguilera tuvo la oportunidad de alzarse antes del 10 de octubre, fecha prevista por Céspedes y aceptada por muchos, pero optó por apoyar al Hombre de La Demajagua.
Fonseca agrega que la incorporación de Aguilera influyó en los alzamientos masivos posteriores, y destaca que con una frase lapidaria acalló los ánimos de quienes llamaban a la desunión y la sedición: “Acatemos a Céspedes si queremos que la Revolución no fracase”.
Tras el inicio de la contienda, fue nombrado Mayor General, secretario de la Guerra, General en Jefe del Ejército de Oriente, y vicepresidente de la República de Cuba en Armas.
En 1871, cuando ocupaba la última responsabilidad mencionada, salió del país con el encargo de unir a los emigrados e incrementar el envío de recursos para continuar la gesta.
Aquella gestión resultó infructuosa, debido a la traición de cubanos ricos que se hacían pasar como patriotas y a la acción del gobierno norteamericano para mantener la Isla bajo el yugo peninsular, mientras creaba condiciones a fin de apoderarse de ella.
El prócer bayamés habló en 1876 de la política "materializada y desnaturalizada" de los gobernantes yanquis, y agregó: "Ayudarán a Cuba cuando Cuba se haya ayudado a sí misma. Esperar más de eso es una vaga ilusión."
Por su Patria soportó estoicamente chantajes y falsas promesas, persecuciones, hambre y enfermedades; sacrificó la fortuna, la familia y la vida.
La miseria absoluta lo acompañaba cuando murió en Nueva York, el 22 de febrero de 1877. Manuel Sanguily, patriota e intelectual, señaló: "No sé que haya vida superior a la suya, ni hombre alguno que haya depositado en los cimientos de su país y en su nación mayor suma de energía moral, más
sustancia propia, más privaciones de su familia adorada ni más afanes ni tormentos del alma".
El mayor pensador cubano de todos los tiempos, José Martí, calificó a Aguilera como "el millonario heroico, el caballero
intachable, el padre de la República".
(Tomado de la ACN)