por Magaly Zamora Morejón
Visitado esporádicamente durante 500 años sólo por piratas, esclavistas, carboneros y pescadores, el conjunto de cayos del norte de Ciego de Ávila, nombrado por Diego Velázquez como Jardines del Rey, resulta hoy punto de referencia obligado al hablar de bellezas naturales y turismo.
Su principal islote, Cayo Coco, de 370 kilómetros cuadrados, es la cuarta isla en extensión del archipiélago cubano, pero no por ello menos importante que la ínsula mayor.
Sus características paradisíacas están ahora al alcance de visitantes de todas las latitudes mediante un abarcador y bien concebido programa de desarrollo, que lo ha convertido en uno de los más prometedores destinos turísticos del Caribe.
Playas vírgenes y límpidas, una de las barreras coralinas más grandes del área caribeña y las dunas más significativas del país se combinan con una rica y variada flora y fauna superior a 180 especies de aves, la mayoría endémicas, y unos 340 tipos de plantas para hacerle vivir al turista una experiencia inolvidable.
Desde la apertura del primer hotel de Cayo Coco en 1993, el interés por visitar la región crece aceleradamente y hace que el enclave figure entre los primeros de la nación, junto a La Habana, Varadero y Holguín por la recepción de viajeros foráneos.
Ello ha motivado que paulatinamente se sumen otros cayos cercanos a los planes de fomento turístico, como Guillermo, Paredón Grande, Media Luna y Antón Chico.
Un aeropuerto internacional en el mismo cayo, marinas y carreteras sobre el mar, que se conectan con la red vial del país, permiten el acceso a este privilegiado rincón.
El polo avileño comenzó el año 2017 con 17 instalaciones, de cuatro y cinco estrellas y más de ocho mil habitaciones en explotación, en tanto existe la posibilidad de ampliarse hasta las 22 mil capacidades.
Por todos estos atributos Jardines del Rey ofrece un destino de playa y naturaleza muy particular, diferente a otras regiones del Caribe, donde predominan ecosistemas bien conservados, fuerza de trabajo altamente preparada y un confort a la altura de elevadas exigencias.
A ello se une, en los últimos tiempos, un creciente empleo de sus instalaciones para la realización de eventos culturales, deportivos y científicos de carácter internacional, los que valorizan el enclave y certifican su connotación en el mundo.
(ACN)