Represión a los estudiantes en Bolivia

Editado por Maite González Martínez
2017-04-27 08:57:17

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Guerrilla del Che.

Por Froilán González y Adys Cupull

El 6 de julio de 1967, después de la toma de Samaipata, el Che decidió regresar a Ñacahuasú. Los guerrilleros entrarían a una zona donde los campesinos estaban aterrorizados por la represión del ejército, los vuelos de reconocimiento de los aviones, el bombardeo con napalm y los incendios provocados por estos.

Al día siguiente compraron un puerco a un campesino que fue amable. El Che escribió en su diario que los previno de que había 200 soldados en los Ajos y que su hermano acababa de llegar de San Juan y allí había 100 más, información esta última que no correspondía con la realidad, por lo que consideró que parecía una treta para que se fueran pronto. La tropa guerrillera se dirigió hacia el Filo, por alturas de 1840 a 1900 metros sobre el nivel del mar.

El 12 de julio el Che escribió que la radio trajo la noticia que parecía verídica en su parte más importante, porque hablaba de un combate en el Iquira con un muerto de parte de los guerrilleros, cuyo cadáver llevaron para Lagunillas. La euforia sobre el cadáver indicaba que algo de verdad había en el caso.

Eusebio Tapia, quien perteneció a la Retaguardia hasta finales de julio, nos explicó que el 9 de julio Serapio (Serapio Aquino Tudela) se adelantó  porque tenía dificultades para caminar y en una curva advirtió a los soldados, se ocultó detrás de unas piedras y cuando comenzó a alertarlos  se escuchó una ráfaga y cayó.  En 1984 entrevistamos a Ernesto Barba, Subprefecto de Lagunillas en 1967, testimonio publicado en nuestro  libro “De Ñacahuasú a La Higuera”, narró que los militares lo llevaron para el cementerio,  abrieron el hueco y sin ataúd,  lo enterraron envuelto en una frazadita. Hilda Blanco, confirmó lo expresado por Barba y añadió que asistió al entierro con su compadre Santos Alderete, quien cada año el día de los muertos le llevaba flores y encendía velas.

En una de las últimas visitas, Hilda narró que cuando llegaron los cubanos para buscar los restos,  los llevó a la casa de su  compadre, quien los condujo al cementerio y ayudó a cavar la tumba. El 9 de febrero del 2000, los especialistas cubanos, dirigidos por el doctor Jorge González, encontraron los restos de Serapio y comprobaron que la osamenta estaba completa, que tenía las dos piernas y no una  como aseguró un militar, que la habían  utilizado para una sopa, como alimento para los soldados hambrientos. La osamenta fue trasladada a Cuba y el 8 de octubre de ese año colocada en el nicho correspondiente en el Conjunto Escultórico Ernesto Che Guevara de la ciudad de Santa Clara.

Cuando visitamos Lagunillas, entre los  intereses investigativo estaba lo que había pasado en la emboscada del  2 de junio de 1967  donde murieron, el cubano Antonio Sánchez Díaz. (Marcos) y el boliviano Casildo Condori Cochi, (Víctor).

Belizaida Arteaga narró para la investigación, publicada en nuestro libro “De Ñacahuasú a La Higuera”  que un ex soldado le contó que los propios guerrilleros los enterraron en Peñón Colorado, en la zona de Bella Vista  y que Domingo García, Carlos Rodas y Zenón García los enterraron de nuevo, porque los animales del monte los desenterraron, que ellos sabían el lugar. El ex soldado  corroboró esa información. 

El 11 de abril del 2000, el  equipo de especialistas cubanos los encontró  en la zona de  la zona de Peñón Colorado. Fueron trasladados a Cuba y el 8 de octubre de ese año depositados en el Complejo Escultórico Ernesto Che Guevara de la ciudad de Santa Clara. Las informaciones de los campesinos fueron muy valiosas para el hallazgo.

Mientras el 13 de julio el grupo del Che llegó a la casa del campesino Aurelio Mancilla, quien alertó a los guerrilleros sobre la madre del Corregidor que los había visto y afirmó que seguramente avisaría a los soldados que se encontraban en el rancho del Filo.

Al día siguiente Mancilla y un cuñado del alcalde guiaron a los guerrilleros y cuando avanzaban, apresaron a un soldado que acompañado de otro campesino se dirigía al Filo. El soldado informó  que llevaba un mensaje para el subteniente de Pampa, otro caserío, donde había acantonados 30 soldados. Por ese motivo el Che decidió cambiar la ruta y se internaron por el camino hacia Florida.

El día 15 continuaron la marcha y el campesino Aurelio Mancilla les mató una vaca. El día 18 acamparon,  los  campesinos fueron despedidos, al igual que el soldado, quien después de leerle la cartilla de las normas de la guerra, dijo que iba a desertar.

El Che escribió el 19 de julio: “Las noticias son de una tremenda crisis que no se ve en qué va a parar”...

Ana Harvey, estudiante del Instituto Superior “Si­món Bolívar” de la Escuela Normal para Maestros en la ciudad de La Paz, al entrevistarla relató  que la crisis política del gobierno de Barrientos se había intensificado, desde que los mineros decidieron donar un día de haber para la Guerrilla.

Mencionó que el apoyo no fue solo de los mineros, sino también de los  maestros,  construc­tores, fabriles, gráficos y otras organizaciones laborales que estaban dentro de la COB. (Central Obrera Boliviana). que ese apoyo,  no convenía que se conociera. Se refirió a la censura de prensa, que hasta  20 años después de la guerrilla se seguía manteniendo y afirmó:

“La reacción, los gobiernos en turno, el imperialismo norteamericano, siempre se ha interesado en que estas cosas no se conozcan, jamás se ha publicado la historia verdadera…”

“Decir que no tuvo apoyo la guerrilla del Che en Bolivia, es lo que el imperialismo norteamericano ha querido hacer creer. Decir que el Che era un aventurero, que la guerrilla era aventura, que el pueblo no lo apoyó, eso es lo que el imperialismo quería que se sembrara en las mentes de las gentes…”

Manifestó que la reacción no quería que el mundo conociera la verdadera lucha del pueblo boliviano, que había tenido la mayor cantidad de golpes de estados militares del mundo, pero también el pueblo había  derrocado a 189 golpes de Estado.

Se refirió a la lucha de los estudiantes y  los enfrentamientos con la policía,  que la Universidad de La Paz, llamó a Cabildo Abierto para que asistiera todo el pueblo, mucha gente no pudo llegar, porque los carabineros  cortaron  las entradas, pero los universitarios aprobaron solicitar la libertad  de los presos políticos, retirar las tropas de las minas y el  apoyo de la lucha armada que se estaba desarrollando en Ñacahuasú y declararon a las uni­versidades territorio libre de Bolivia.

Que ese movimiento se extendió desde la Universidad de La Paz, a Oruro, Potosí, Santa Cruz, Cochabamba, Tarija, Sucre y Trinidad donde  también se realizaron Cabildos y  acordaron solida­ridad con los mineros y con la lucha armada, que la respuesta de Barrientos fue la represión brutal, gases lacrimógenos, chorros de agua, y  gases  vomitivos para someterlos y contó:

“La Universidad Mayor de San Andrés de La  Paz fue declarada territorio libre. Los Generales Barrientos y Ovando fueron nom­brados enemigos del pueblo. Varias Facultades se sumaron a la huelga indefinida. Se comenzó a hacer colectas con el fin de com­prar medicinas y alimentos para los mineros. Se formó un equipo de estudiantes de medicina para que salieran inmediatamente hacia las minas…”

Expresó que se organizó una marcha de protesta que fue brutalmente disuelta antes de llegar al Palacio Presidencial en la Plaza Murillo y que los estudiantes clamaban, “Debemos unirnos con los sindicatos” y  “Todos contra el gobierno…”

“La rebeldía estudiantil había llegado a un punto de verdadera crisis, el Presidente emitió declaraciones enérgicas diciendo que no permitiría el desorden y que su gobierno estaba preparado a dispa­rar sus armas primero. Después de la masacre en las minas todos sabían que esto era cierto y no una simple amenaza, pero sin embargo la resistencia continuaba.

Relató Ana que Barrientos conoció con indignación las informaciones de que el General Alfredo Ovando Candia, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, junto a otros 20 oficiales de alto grado, ha­bían asistido a una asamblea nacional con la Falange Socialista Bo­liviana, con fines golpistas y que el principal líder de este partido había sostenido una larga y confidencial conversación con Alfredo Ovando y otra con el General Juan José Torres, Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y señaló que los aprestos golpistas se adelantaban.

Al respecto el Che escribió en su Diario el 19 de julio: "[...] Barrientos [...] pide que “lo dejen gobernar 4 años”; es casi una imploración. Siles Salinas (Vicepresidente) amenaza a la oposición con que la subida nuestra al poder les costará la cabeza a todos y llama a la unidad nacional, declarando al país en pie de guerra. Parece implorante por un lado y demagógico por otro; tal vez se prepara a una sustitución.”



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