Por Martha Andrés Román* (Prensa Latina)
La reunión anual del controvertido Club Bilderberg se celebró en la localidad norteamericana de Chantilly sin que prácticamente ningún medio estadounidense informara sobre un grupo criticado por su secretismo y sus denunciadas intenciones de dominio mundial.
Fue la propia organización la que dio a conocer en Internet que realizaría su encuentro del 1 al 4 de junio en esa ciudad del estado de Virginia, donde un hotel de la cadena Marriot acogió el evento caracterizado por estar absolutamente cerrado a la prensa.
En total, 131 miembros de la élite política, económica y financiera a nivel mundial estuvieron invitados a esta edición de las citas que se realizan desde 1954, cuando se iniciaron en el hotel Bilderberg de los Países Bajos, del cual tomó su nombre.
Presidida por el magnate francés Henri de Castries, presidente ejecutivo de la corporación AXA, la 65 reunión anual contó con la presencia de figuras como el ex titular norteamericano de Estado Henry Kissinger y el secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, Jens Stoltenberg.
También asistieron Herbert McMaster, asesor de Seguridad Nacional del presidente norteamericano, Donald Trump; Wilbur Ross, su secretario de Comercio; y Christopher Liddell, su director de iniciativas estratégicas.
Más allá de algunas informaciones aparecidas en pocos medios para anunciar que se celebraría la reunión, como era de esperar no trascendió absolutamente nada sobre los asuntos tratados.
Según adelantó el club Bilderberg en su página digital, el primer tema de la agenda era precisamente la administración del nuevo mandatario norteamericano, quien llegó al poder el pasado 20 de enero, y cuyas ideas nacionalistas son vistas como contrarias a los postulados globalizadores de la asociación.
Otras cuestiones que ocuparían los debates, indicó la nota del club, serían las relaciones transatlánticas, la dirección de la Unión Europea, Rusia, China, la proliferación nuclear y eventos actuales.
Pero diversas fuentes advirtieron que tales adelantos sobre los temas centrales no eran confiables, sino que podían responder a estratagemas para ocultar las intenciones reales de buscar estrategias para perpetuar su poder y control sobre el planeta.
'No hay un resultado deseado, no se miden minutos ni se escribe ningún informe. Además, no se proponen resoluciones, no se vota y no se emiten declaraciones políticas', indicó la polémica organización como argumento para esa falta de transparencia que tanto se le cuestiona.
EL DOMINIO SUPRANACIONAL
Inversores internacionales, banqueros, dueños de grandes medios de información, políticos y miembros de la realeza se incluyen en la lista de asistentes a las citas de un grupo del cual se negó la existencia durante muchos años.
De acuerdo con el propio club, sus reuniones comenzaron en 1954 'para fomentar el diálogo entre Europa y América del Norte' y se llevan a cabo bajo la Regla de Chatham House.
Tal norma establece que los participantes son libres de usar la información recibida, pero no pueden revelar la identidad o la afiliación de los oradores ni de ningún otro participante.
Quizás una de las mejores caracterizaciones de los participantes de la reunión de este año la dio el diario británico Tha Guardian cuando criticó la ironía del grupo al calificarse de 'diverso' en el comunicado.
Di lo que quieras de Bilderberg, pero tienen sentido del humor. La agenda de la cumbre secreta de este año de la élite mundial está llena de chistes. Consiguen grandes risas directamente describiéndose a sí mismos como 'un grupo diverso de líderes políticos y expertos', escribió recientemente el periodista Charlie Skelton.
En un artículo publicado en ese periódico manifestó que están difundiendo la diversidad en una conferencia donde menos del 25 por ciento de los participantes son mujeres y los altos de ejecutivos de Goldman Sachs superan en número a los participantes que no son blancos.
Tal vez por 'diversos' quieren decir que algunos de los participantes poseen fondos de cobertura, mientras que otros tienen grandes conglomerados industriales. Algunos son cabilderos, otros están siendo cabildeados. Ese tipo de cosas, agregó con sarcasmo.
El periodista y escritor ruso Daniel Estulin, quien ha dedicado décadas a investigar la selecta asociación, es el autor de uno de los libros más conocidos y citados sobe ella: La verdadera historia del Club Bilderberg.
De acuerdo con su texto, el propósito final es crear una empresa mundial cuyo poder esté por encima de los diferentes gobiernos nacionales, una especie de poder fáctico supranacional que controle los intereses globales.
Los socios del Club Bilderberg deciden cuándo deben empezar las guerras (no en vano ganan dinero con todas ellas); cuánto deben durar (Nixon y Ford fueron defenestrados por acabar la guerra de Vietnam demasiado pronto); cuándo deben acabar (el Grupo había planificado el fin de las hostilidades para 1978) y quién debe participar, aseguró Estulin.
El investigador agregó que los miembros 'poseen' los bancos centrales y, por lo tanto, están en posición de determinar los tipos de interés, la disponibilidad del dinero, el precio del oro y qué países deben recibir qué préstamos. 'Su única ideología es la del dólar y su mayor pasión, el poder'.
Las tesis de este autor y la de otras personas que se han dedicado a estudiar el tema han sido tildadas en ocasiones de teorías conspirativas, pero la mayoría de estas tesis ganan cada vez más credibilidad, sobre todo entre medios y fuentes alternativas.
Uno de los principales problemas en torno a la asociación es que sus objetivos e, incluso, su propia existencia, son desconocidos para muchas personas, pues los grandes medios de comunicación permanecen casi completamente silenciados en torno a ella.
Cualquier encuentro que aglutine solo una pequeña parte de los participantes anunciados para la más reciente reunión seguramente habría ocupado titulares en periódicos, televisoras, páginas digitales y espacios periodísticos de otros formatos.
Sin embargo, una sencilla indagación en el buscador Google, por ejemplo, arrojó muy pocas menciones en la prensa al evento celebrado en Chantilly, y el tema está ausente de gigantes como CNN, NBC o The New York Times.
Quizás la causa de eso se encuentra explicada en el propio libro de Estulin, en el cual sostuvo que los medios de comunicación mundiales se incluyen dentro de la élite globalizadora. 'Forman parte del grupo las personas que controlan todo lo que se lee y se ve'.
Concluida la cita más reciente, solo los participantes conocen qué se debatió y qué metas se plantearon esos representantes del 0,1 por ciento más rico y poderoso del mundo.
Las especulaciones sobre tal cuestión pueden ser muchas, pero es probable que la mayoría coincida en que no se habló de temas beneficiosos para el otro 99,9 por ciento.
*Corresponsal jefa de Prensa Latina en EE.UU.