Por:Jorge Wejebe Cobo
Días después de la caída en combate del Lugarteniente General Antonio Maceo, el Generalísimo Máximo Gómez apuntó en su diario : “Me despierta la noticia de la muerte de mi hijo Pancho y del General Antonio Maceo, ocurrida en Punta Brava, Provincia de La Habana, el día siete del actual. Algunos de mis compañeros abrigaban la esperanza de que pudiera ser falsa la noticia, pero yo siento la verdad de ella en la tristeza de mi corazón”.
Su presentimiento resultó real. Aquel siete de diciembre de 1896 el Titán de Bronce se encontraba en los potreros de Punta Brava, al oeste de La Habana, en terrenos divididos por cercas de piedras y de alambre de púas que hacían de la zona el peor campo de batalla para las cargas de caballería mambisa y facilitó a las fuerzas españolas el ataque por sorpresa al campamento cubano.
Pero el Lugarteniente General se aprestaba a convertir en victoria la embestida hispana y ordenó cortar una cerca de alambres, cuando disparos de soldados enemigos lo abatieron y entonces prevaleció la desorganización en las filas mambisas.
En aquella fatal jornada dos hechos sobresalieron a la desmoralización general: el sacrificio de Panchito Gómez Toro, hijo de Máximo Gómez y ayudante de Maceo, quien convaleciente de una herida se dirigió al lugar donde se encontraba su jefe y cayó junto a él. Igual de prominente fue el gesto del Coronel Juan Delgado, quien bajo las descargas enemigas, pudo unir un pequeño grupo de valientes y rescató los cadáveres de ambos y los enterró en lugar seguro.
Los festejos colonialistas en la nación caribeña fueron numerosos por la muerte del gran jefe mambí, hubo replicar de campanas y festividades en pueblos y ciudades como ya lo habían hecho en mayo de 1895 celebrando la caída en combate de José Martí, y como entonces se trató de equiparar el hecho con el fin de la insurrección. Pero poco duró esa falsa ilusión.
Los patriotas se sobrepusieron al duro revés y el Ejército Libertador con el Generalísimo Máximo Gómez al frente supo honrar la memoria del Titán de Bronce derrotando a los mejores batallones españoles con lo que se vislumbraba la victoria final, que no obstante fue frustrada por la intervención estadounidense.
Así a más de un siglo de la caída en combate, el Titán de Bronce se renueva cada siete de diciembre desde que en 1989 ante el monumento que guarda sus restos y los de su ayudante Panchito Gómez Toro en el Cacahual, y en toda la Isla se rinde homenaje en esa fecha a la memoria de los caídos en misiones internacionalistas.
Ese histórico día, con la presencia del Comandante en Jefe, culminó la Operación Tributo que retornó a la Patria los restos de más de dos mil cubanos caídos principalmente en tierras africanas, que al decir de Fidel combatieron al colonialismo, el racismo y el neocolonialismo, contra el cual también se alzó el machete de Maceo y la fuerza de su pensamiento en el siglo XIX. (Fuente/ACN)