¿No te acuerdas gentil bayamesa que tú fuiste mi sol refulgente, y risueño en tu lánguida frente blando beso imprimí con ardor? Las notas de la bella canción llegaban nítidas hasta el lecho de Luz María Vázquez y Moreno.
Lentamente, como marcando los compases, la muchacha caminó hasta la ventana y, sin abrirla, siguió escuchando conmovida, la voz que le regalaba por primera vez las notas de La Bayamesa.
Era la medianoche del 27 de marzo de 1851 y hasta la ventana de Luz Vázquez, que aquel día cumplía 20 años, habían llegado los jóvenes Carlos Manuel de Céspedes, Francisco del Castillo Moreno, su novio, y el poeta José Fornaris Luque. La joven y Francisco del Castillo se reconciliaron y pronto el canto aquel se difundió por todo Bayamo.
Una conspiradora eficaz
Entre los nombres de las mujeres más arriesgadas y decididas de la Guerra del 1868 se encuentra el de Luz Vázquez Moreno, la inspiradora de La Bayamesa.
Fue Luz conspiradora eficaz, también una de las primeras en incendiar su casa, el 12 de enero de 1869, cuando la situación lo exigió. La joven patriota nació en Bayamo, en 1831. Siendo muy joven contrajo matrimonio con el abogado y músico Francisco del Castillo Moreno. El y José Fornaris fueron los creadores de la música y la letra de La Bayamesa.
Carlos Manuel de Céspedes colaboró, además, en la realización de tan bella página musical. Luz, la bien amada de Francisco, con quien se casó y tuvo siete hijos, era hermana melliza de la esposa de Perucho Figueredo.
Una familia comprometida con la lucha
Luz Vázquez y Francisco Castillo inculcaron a sus hijos el amor a la patria, y aunque el esposo de la insigne patriota murió un año antes del estallido de La Demajagua, ella continuó la lucha emprendida. Era su casa en 1868 el centro de las más importantes reuniones revolucionarias.
Sus hijos, los más leales colaboradores. Al ver a la caballería mambisa entrar triunfadora en Bayamo, a pesar de que pocas horas antes había enterrado a su hijo, Luz Vázquez abrió su casa para celebrar aquella victoria. Luego sería de las primeras en abandonar la ciudad, tras contribuir a su incendio.
Ella y su hija Adriana, muy enfermas, fueron sorprendidas por los españoles y luego puestas en libertad condicional. Tras la muerte de su hija, Luz Vázquez la siguió poco después. Tenía 39 cuando murió.
Fuente: RReloj/Marilys Suárez Moreno.