Por Max Lesnik
Mucho se ha publicado en la prensa norteamericana sobre la desastrosa tragedia ocurrida en la ciudad de Miami, al desplomarse un puente peatonal en las inmediaciones de la Universidad Internacional de La Florida- FIU- que tenía por objetivo unir ese recinto universitario con la vecina pequeña ciudad de Sweetwater pasando así por encima de la emblemática calle 8 del suroeste de Miami para facilitar el paso seguro de los estudiantes a un complejo de viviendas construido para los alumnos internos de ese reconocido centro docente.
Sin embargo, lo que se ha tratado de eludir por los funcionarios locales que mucho tienen que explicar de esta tragedia, es la trama de sucia corrupción política que se esconde detrás de los escombros de cabillas y concreto del maldito puente construido por la empresa “Munilla Construction Management”, una compañía de construcciones, propiedad de una familia de exiliados cubanos de extrema derecha, con muy estrechas relaciones con los políticos del Estado La Florida y con el pantano de Washington que llega hasta el capitolio y la vicepresidencia de Estados Unidos.
Un revelador reportaje que apareciera el pasado domingo en el diario The Miami Herald, titulado “Constructora del puente colapsado tiene amigos importantes”, escrito por los periodistas norteamericanos Ben Wiener, Tom Hart y Kevin G. Hall, viene a ser como la punta de un iceberg de todo gran escándalo político-financiero que se esconde detrás de esta tragedia humana que constituye el derrumbe inesperado del puente sobre la calle ocho.
La compañía de construcciones “Munilla” ha donado millones de dólares a políticos federales y estatales de su preferencia, como es costumbre en Estados Unidos con el fin nada altruista de tener influencia en las alturas para beneficio ulterior de su empresa que lo mismo obtiene un contrato de 14 millones de dólares para el maldito puente de FIU, que otro para construir una escuela a un costo 60 millones que se tiene proyectado realizar en la Base Naval norteamericana de Guantánamo.
Los hermanos Munilla, propietarios de la empresa constructora del puente desplomado han donado más de $100,000 al anticastrista Comité de Acción Política U.S.-Cuba Democracy que promueve una política de hostilidad contra Cuba y han entregado más de $60,000 a comités que apoyan al representante Mario Díaz-Balart, otro tanto para el Representante Carlos Curbelo y aproximadamente $50,000 a comités que apoyan al senador Marco Rubio.
Aquí no ha pasado nada, dirán algunos acostumbrados a ver el decursar del tiempo y que nunca los verdaderos responsables pagan sus culpas. Habrá elecciones y los de siempre volverán a ser elegidos gracias al dinero corruptor de la política al uso. Y el puente de la tragedia de la calle 8 pasará al olvido con un borrón y cuenta nueva para bochorno y la vergüenza de la democracia norteamericana. Por los siglos de los siglos, amén.