La Habana (PL) En 1968 un grupo de hombres hizo lo imposible: transgredió la seguridad “inquebrantable” de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y develó los acontecimientos guerrilleros de Ernesto (Che) Guevara durante sus últimos días en Bolivia.
“La forma en que llegó a nuestras manos este Diario no puede ser ahora divulgada”, dijo el Comandante en Jefe Fidel Castro al ser publicada la primera edición del documento.
Para entonces, había que quedarse callado. Estaba en peligro la vida de muchos y el riesgo de atascar una operación que, de resultar provechosa, desmentiría las tergiversaciones alrededor del hecho.
Hoy, en ocasión del 50 aniversario de la publicación y después de 35 años de anonimato, es momento de romper el silencio y abrir las gavetas.
“Ahora que he cumplido 80 años, pretendo revelar toda la injerencia que cometía la CIA”, así expresó Ricardo Aneyba, exjefe del departamento técnico de dicha agencia en Bolivia y uno de los protagonistas de esta historia. Los recuerdos de Aneyba
En octubre de 2017, el rostro de Aneyba se mostró al mundo en el acto por el 50 aniversario del asesinato del Che, en Valle Grande, Bolivia.
Como agente CIA le fue orientado crear un centro de información donde documentaba las llamadas telefónicas, los correos y cada paso de las personas, sobre todo los asociados con la izquierda.
Aneyba tuvo en sus manos y facilitó tres gavetas de documentos en las que estaba la nómina de los agentes infiltrados en medios de prensa, partidos políticos y otras organizaciones, la contabilidad de los registros de pagos y grabaciones.
En aquella época, Bolivia tenía las puertas abiertas a la inteligencia norteamericana que influenciaba descaradamente en las tomas de decisiones del general René Barrientos, para entonces presidente de la nación.
Este hombre invirtió muchas energías y recursos en la persecución y asesinato del Che y, tras el homicidio, aseguró su Diario como trofeo de guerra.
Sin embargo, las fuerzas de izquierda iban germinando y muchos de sus discípulos, ya no profesaban la misma fe de su gobierno. Estos seguían sus órdenes, pero habían girado los ojos hacia otros ideales y convicciones políticas.
“Vino Arguedas y me dijo: El presidente quiere que saques una fotocopia del diario con su negativo, luego me hizo una seña con los dedos índice y del medio, y yo respondí con el dedo pulgar hacia arriba”, recuerda Aneyba.
Antonio Arguedas, autor intelectual del hecho
Antonio Arguedas fue fundador del Partido Comunista boliviano en la década del 50 y, 15 años después, se alió a la CIA desde su posición de Ministro del Interior boliviano.
El ademán que hizo a Aneyba dio luz verde para iniciar la acción. Bajo su orientación llegó el Diario a las manos del periodista boliviano Víctor Zannier, encargado de salir del país con las piezas fílmicas camufladas en una cobertura de música.
Chile fue su primera parada. Allí confió el documento a su colega chileno Hernán Uribe, editor de la revista Punto Final, al director general del magazine, Manuel Cabieses, y el diplomático Luis Fernández Oña, quien confirmó la autenticidad del Diario al reconocer la caligrafía del Che.
El periodista Mario Díaz fue el encargado de cruzar las fronteras y llevarlo a La Habana, a las propias manos de Fidel.
Aquí los trámites de transcripción e impresión duraron pocos días. Un millón de ejemplares se repartieron en las manos del pueblo habanero de forma gratuita, el 1 de julio de 1968 y de forma similar ocurría en otras partes de la isla.
Para entonces versaba en su prólogo: (…) Faltan solo unas pocas páginas que no han llegado todavía a nuestras manos, pero que por corresponder a fechas en que no tuvieron lugar hechos de importancia, no altera en absoluto el contenido del mismo”.
Lo anterior no solo quedó acuñado en la historia, sino en un audiovisual, edición especial de una trilogía de los investigadores nos Froilán González y Adys Cupull, autores además del libro La CIA contra el Che.
Operación Gaveta expone en apretada síntesis la verdad traslúcida de cómo llegó a el Diario del Che en Bolivia y denuncia del proceso injerencista de la CIA.
Igualmente es un homenaje al guerrillero y los hombres implicados, gracias a los cuales fue la primera en el mundo en publicar el Diario, desbaratando así el plan concebido para desacreditar a la Revolución na y su máximo líder, Fidel.
En él, se describen las reacciones y los detalles de las 13 páginas que faltaron en la primera edición, sacadas por el gobierno boliviano, precisamente, como medida cautelar por si era filtrado el documento.
“La noticia revolvió las simientes del tercer piso del Ministerio, controlado a plenitud por la gusanera, e hizo a Arguedas abandonar el país y someterse a la justicia ordinaria y al tribunal de los militares”, cuenta el octagenario.
También se habla sobre el accidente confuso que causó la muerte a Arguedas y el misterio del nombre de Aneyba en el Diario, escrito con el puño y la letra del propio Guevara en el borde de una página.
“Yo no conocí nunca el Che”, sin embargo, en el primer libro encontrado en las cuevas estaba escrito su nombre.
¿Por qué? Hasta hoy esa incógnita rodea la mente de cientos de investigadores e incluso del mismo Aneyba.
¿Cuál es la razón? Desconocida, pero sin dudas, algún tipo de lógica, un presagio divino que vino a la mente del guerrillero, sabiendo que Aneyba sería uno de los protagonistas de mostrar su verdad al mundo.