Por Martha Gómez Ferrals
Frank País García cayó abatido por esbirros batistianos, a los 22 años, junto con su compañero de lucha Raúl Pujol, en el hoy histórico callejón del Muro de su natal Santiago de Cuba, el 30 de julio de 1957.
Tanto sus compañeros de brega, amigos de su niñez y corta juventud, sentían al interactuar con él que lo animaba el fuego sagrado de la lucha y de sus convicciones. Pero ese impacto también reciben los que ven sus fotos desde los días de hoy. Toda la pureza y la nobleza del mundo se reflejaba en su mirada profunda.
Su hermano Josué murió asesinado el 30 de junio de 1957, y él apenas lo sobrevivió un mes. Ambos fueron formados en un hogar humilde, amante de valores y la educación, de sentimientos patrióticos. Eso los hizo ser fieles al momento histórico que les tocó vivir e incorporarse de lleno, al precio de su vida, al Movimiento 26 de Julio.
Al morir eran parte imprescindible y memorable de la historia de la heroica Santiago de Cuba, una tierra que ha dado a la Patria una pléyade de fundadores y héroes de la nación e importantes acontecimientos en los que su pueblo ha sido protagonista.
Muy heroica fue también la trayectoria de Raúl Pujol Arencibia, nacido el dos de diciembre de 1918, en Palma Soriano. Después del asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 Raúl ayudó a varios de los sobrevivientes a protegerse y regresar a La Habana.
De lleno en las actividades revolucionarias desde 1954, él recibió en depósito algunas armas de cuyo traslado fue responsable. Participó en la organización de la resistencia cívica santiaguera y devino vínculo entre todas las fuerzas que se oponían a la dictadura.
Su hogar también se convirtió en centro de reuniones del Movimiento 26 de Julio en varias ocasiones.
Fungió como encargado de la confección de los implementos necesarios y de la adquisición de equipos y suministros para la creación del III Frente Oriental guerrillero. Su negocio pequeño, una ferretería, resultó imprescindible para el ajetreo de los revolucionarios. Ello propició que fuera localizado, fichado y perseguido con saña por la tiranía.
El 30 de julio de 1957, Frank se escondía en la casa de Pujol, pero debido a una delación las fuerzas represivas comenzaron a registrar la barriada.
Pujol no estaba, pero avisado se trasladó a su casa y convino con su compañero de abandonarla. Fue tarde, porque al salir fueron descubiertos y se produjeron los monstruosos hechos que terminaron con el vil asesinato de ambos. Santiago y toda Cuba vibró de horror e indignación, que fortificaron la fuerza combativa del pueblo.
El entierro de Frank o David, en la clandestinidad, fue la más combativa y al mismo más doliente manifestación de la ciudad, que se volcó a las calles, desafiando la represión. Acompañaron a la estoica madre, Doña Rosario y a su novia bella e inconsolable, América Domitro. Se acompañaron a sí mismos en su dolor y juraron continuar en el combate.
“Hay muertos que aunque muertos no están en sus entierros”, escribió por entonces el poeta Manuel Navarro Luna. En el caso de Frank País García fue la pura verdad.
Frank País García nació el siete de diciembre de 1934, en Santiago de Cuba. Su vida, ya dijimos, fue muy corta y sin embargo hizo tanto: se entregó tan plenamente a la causa de libertad, irradió tanta belleza interior, junto a su probado coraje y audacia, que se ganó el amor de sus compatriotas para siempre.
Desde su nacimiento parecía tener luz ese niño que llegó a ser un joven serio y responsable, dotado de principios y valores firmes, pero también alegre y afable como el que más, amante de la música y las diversiones juveniles, enamorado de la vida y de sus amores.
En su modesto hogar, fundado por padres emigrantes de origen gallego (Marín, Pontevedra), la muerte se llevó pronto al progenitor, pero su madre, Doña Rosario, fue el horcón que continuó con el sostén y la educación de sus hijos. Fue la fragua moral que siempre tuvieron.
Frank debió abandonar estudios de Arquitectura, pero ingresó en la Escuela Normal de Maestros de Oriente para encontrar en esa profesión una vocación que se avenía con su personalidad altruista y dadora, en su pasión por entregarse a causas justas y nobles. En esa institución se graduó el seis de julio de 1953.
Se afilió al Bloque Estudiantil Normalista (BREN) y desde ahí constituyó la Federación Local de Centros de Segunda Enseñanza, con lo cual se suma al Directorio Estudiantil Revolucionario.
Fue de los jóvenes santiagueros que en 1952, tras el golpe del 10 de marzo de Fulgencio Batista, instaurado a partir de entonces en el poder, acudió al Cuartel Moncada para ofrecerse a combatir con las armas por la defensa del gobierno desalojado.
Con la fundación en 1955 del Movimiento 26 de Julio por parte de Fidel Castro, recién amnistiado, el propio Frank País solicitó y obtuvo el ingreso de los miembros del ANR al M-26-7. Primero estuvo entre los dirigentes del Movimiento en la antigua provincia de Oriente y ya en 1956 fue promovido como Jefe de Acción y Sabotaje del M-26-7 en todo el país.
Se esmeró en el levantamiento de la heroica Santiago de Cuba, el 30 de noviembre de 1956 como apoyo al desembarco del yate Granma, frustado por imponderables del clima, que retrasaron la llegada del navío a tierras cubanas en su azarosa travesía desde México. Como consta, su impronta está presente de forma indeleble en la historia de Cuba.
(Tomado de la ACN)