Por Eduardo Palomares Calderón
Entre los importantes aportes que hizo el II Frente Frank País a la Revolución triunfante, resalta cómo su jefe fundador, entonces Comandante Raúl Castro Ruz, junto a más de 250 acciones combativas que no dieron tregua al enemigo, vinculó a la guerrilla con la población en acontecimientos estratégicos como el Congreso Campesino en Armas.
Procedente del corazón de la Sierra Maestra, desde la llegada al territorio a inicios de marzo de 1958, la columna rebelde sintió la cercanía de los campesinos, herederos de las tradiciones de lucha que tuvieron en Realengo 18 el episodio épico por el derecho a la propiedad de la tierra, arrebatada por terratenientes o esquilmada por manos extranjeras.
Díganse las compañías United Fruit Sugar Company y Guantánamo Sugar Company, o la pertenencia de nueve de los 18 centrales azucareros existentes a empresas norteamericanas, y podría imaginarse la explotación reinante en aquellos campos, donde a los dueños les eran ajenas la pobreza, la carencia de salud, de educación y otros anhelos de sus pobladores.
En esas circunstancias, desde el primer momento la organización del campesinado aparece entre las prioridades de la Comandancia del Frente, que crea los Comités de Campesinos Revolucionarios con la misión de contribuir a las reservas de alimentos de los combatientes, misiones de inteligencia, la preservación del orden y, en especial, la unidad con las fuerzas rebeldes.
Revelador en ese sentido de la amplia visión de Raúl, fue el consiguiente desarrollo y perfeccionamiento de la estructura que dio lugar con tareas más abarcadoras al Comité Regional Campesino, a la articulación de decenas de comités de campesinos por toda la serranía, y como colofón y desafío a las fuerzas del régimen de Batista, a la celebración del Congreso Campesino en Armas.
LOS CAMPESINOS APOYAN LA LUCHA
Para la cita, convocada por el Comité Regional Campesino y apoyada decisivamente por la Comandancia del II Frente, acudieron al salón de baile localizado en Soledad de Mayarí, a caballo o a pie, 303 campesinos procedentes, entre otras zonas, de Alto Songo, Mayarí, San Luis, Sagua de Tánamo, Banes, Antilla, Guantánamo, Yateras y Baracoa.
Justo a las 11 de la mañana del 21 de septiembre de 1958, y con la presencia del Comandante Raúl Castro; de la delegada del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, Vilma Espín Guillois, de otros jefes rebeldes y de los dirigentes campesinos, comenzó la cita con el informe de José Ramírez Cruz, «Pepe», presidente del primer Comité Regional Campesino creado.
Su intervención abarcó la crítica situación económica, política y social del país, y en especial del campesinado, y la dependencia económica de Estados Unidos; enfatizó en la necesidad de una genuina Reforma Agraria y abogó por la alianza obrero-campesina, y el firme respaldo a la lucha insurreccional hasta la victoria.
En el debate sostenido predominó el fortalecimiento del movimiento campesino mediante una declaración de principios que fijó su posición en la lucha por las justas aspiraciones, se denunció el maltrato por los explotadores, fue demandada la Reforma Agraria y quedó bien claro el apoyo al Ejército Rebelde.
Devenido tras el triunfo revolucionario en presidente de los campesinos cubanos, años después «Pepe» Ramírez destacó la trascendencia del evento no solo para el Frente guerrillero, sino tras el triunfo del 1ro. de enero de 1959, en las medidas que la Revolución puso en práctica en beneficio de los campesinos.
SIN UNIDAD NO HAY PATRIA
La clausura del Congreso estuvo a cargo del joven de 27 años, Comandante Raúl Castro Ruz, quien en emotivas palabras precisó que sin la Reforma Agraria era impensable la Revolución Cubana, «…y en el día de hoy está iniciándose, está gestándose, está naciendo la Revolución Agraria, que ha de echar las bases de la verdadera Revolución Cubana».
Además, agradeció a los campesinos la ayuda prestada al Ejército Rebelde, el cual siempre defendería los intereses del campesinado humilde; los instó a estar al tanto del curso de la guerra, y anunció que por la importante unidad la Comandancia del Frente había creado el Buró Agrario, para atender todas las cuestiones relacionadas con la tierra.
Una y otra vez, Raúl insistió en la unidad frente a los divisionistas, los oportunistas y enemigos del progreso de la Patria, y aseguró con esa fe en la victoria inculcada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, que como era de suponer, la mayor parte de las solicitudes realizadas solo podrían ser cumplidas después del triunfo de la Revolución.
Esa certeza sería cumplida con creces no solo con la Ley de Reforma Agraria, sino por las grandes transformaciones emprendidas en campos y montañas, de las cuales el propio Raúl ha sido consecuente impulsor a través del Plan Turquino, que personalmente ha atendido desde sus años de Ministro de las FAR.
Con brillo singular los programas de desarrollo iluminan el histórico Soledad de Mayarí, que lejos del paraje distante que hacía honor a su nombre, convirtió el escenario del Congreso Campesino en museo de tan rica historia, y en una comunidad con escuelas, consultorio médico, electricidad, carretera, y los demás anhelos añorados hace 60 años.
(Tomado del periódico Granma)