La Habana, 16 ene (RHC) El 16 de enero de 1934 víctima de la tuberculosis falleció Rubén Martínez Villena. Tuvo una vida muy breve pero fecunda. Su deceso se produjo cuando tan sólo tenía 34 años.
Además de su quehacer como poeta y periodista, él consagró una buena parte de su existencia a la lucha revolucionaria. Desempeñó un papel de singular trascendencia en el enfrentamiento y derrocamiento de la dictadura de Gerardo Machado.
Villena llegó al calificar al dictador Machado con una frase muy significativa, dijo que el tirano era un asno con garras.
Rubén Martínez Villena nació el 20 de diciembre de 1899 en el poblado de Alquízar. Desde que era un niño su familia se trasladó hacia La Habana donde realiza sus estudios primarios.
Posteriormente ingresa en el Instituto número uno de La Habana. Cursa el bachillerato en Letras y Ciencias. Se gradúa en 1916. Inmediatamente labora como maestro auxiliar en una escuela.
En septiembre de ese año matricula en la Escuela de Derecho de la Universidad de La Habana. Hacia 1918 comienza a trabajar en un bufete como auxiliar. Después fue secretario particular del prestigioso investigador cubano Fernando Ortiz. Para 1920 inicia la peña literaria del Café Martí junto a Andrés Núñez Olano y Enrique Serpa. También colabora con varias publicaciones. Al año siguiente conoce a José Fernández de Castro, Regino Pedroso, Emilio Roig de Leuchsenring y a Nicolás Guillén.
Igualmente se relaciona con jóvenes con inquietudes revolucionarias como Pablo de la Torriente Brau y Julio Antonio Mella, lo cual mucho le aporta y reafirma el sentido que él le atribuiría a su vida.
Ya desde 1920 las revistas habaneras comenzaron a publicar sus poemas. Ésta fue la época en que, al decir de su amigo Raúl Roa García, cristaliza en arrebatados sonetos su fogoso patriotismo.
En 1921 se recibe de abogado y dos años más tarde elabora un poema titulado El gigante. En el año 1923 Villena creó otro poema identificado como El enigma de la amante horrible. Además en ese año elabora su Mensaje Lírico Civil.
Un hecho ocurrido en La Habana en 1923 hace que la figura de Villena cobre notoriedad. El 18 de marzo se tenía previsto la realización de un acto en homenaje a la doctora, profesora y activista femenina uruguaya Paulina Luisi, organizado por el Club Femenino de Cuba.
La actividad se celebra en la sede de la entonces Academia de Ciencias Físicas, Médicas y Naturales de La Habana, en la calle Cuba número 460 en la Habana Vieja.
Cuando el ministro de Justicia del gobierno cubano Erasmo Regueiferos, quién estaba involucrado en la aprobación de un turbio negocio que se había hecho relacionado con la venta del convento de Santa Clara, en la Habana Vieja, avanzaba hacia la tribuna para hablar de pronto un grupo de jóvenes presentes en el salón se paran y uno de ellos, Rubén Martínez Villena expresa con firmeza:
“Perdonen la presidencia y la distinguida concurrencia que aquí se halla que un grupo de jóvenes cubanos, amantes de esta noble fiesta de la intelectualidad, y que hemos concurrido a ella atraídos por los prestigios de la noble escritora a quien se ofrenda este acto, nos retiremos. En este acto interviene el Doctor Erasmo Regüeiferos, que, olvidando su pasado y actuación, sin advertir el grave daño que causaría su gesto, ha firmado un decreto ilícito que encubre un negocio repelente y torpe…”
Después de que Villena interrumpiera al ministro, los jóvenes se retiran del local y de inmediato trece de ellos firmaron un manifiesto que fue entregado a los periodistas en el que denunciaban la corrupción existente en el país. En la historia de Cuba esto quedó registrado como la Protesta de los 13.
Villena fue procesado. El día 21 de marzo fue encarcelado, lo cual no lo intimidó sino que acrecentó su determinación de continuar luchando.
En el transcurso del segundo lustro de los años veinte y los primeros del siguiente decenio Villena se convierte en un gran luchador revolucionario y sobresale de manera esencial por su entereza en el enfrentamiento a la dictadura de Gerardo Machado.
En 1929, tras el asesinato de Julio Antonio Mella en la capital mexicana el 10 de enero, dirige protestas a nombre del Partido Comunista y de los que fueron profesores de la Universidad Popular “José Martí” que había fundado Mella en Cuba unos años antes con el fin de procurar que trabajadores y otros sectores de la población pudieran recibir valiosos conocimientos.
Ya Rubén tiene problemas de salud. Pero no descansa, continua su labor revolucionaria de forma incansable. Elabora artículos, manifiestos y pronuncia discursos. Se relaciona directamente con los trabajadores en fábricas y talleres. Organiza sindicatos. Predica la ideología marxista-leninista y con su toga de abogado defiende a los desposeídos y a los dirigentes obreros encarcelados o perseguidos.
Rubén organiza significativas huelgas en julio de 1929 y también el 20 de marzo de 1930, ésta última paralizó al país por más de 24 horas. La dictadura machadista intensifica la represión. Incluso Machado había ordenado el asesinato de Villena.
Entonces sale hacia Nueva York y en septiembre de 1930 se dirigió a Moscú para participar como delegado de la Confederación Nacional Obrera de Cuba, en el Congreso de la Internacional Roja.
En esos instantes Rubén presentaba una salud muy resquebrajada. Sus pulmones destrozados por la tuberculosis necesitaban cuidados especiales. Fue atendido en sanatorios de la Unión Soviética durante un tiempo.
No obstante, él anhelaba retornar a Cuba, seguramente porque tenía la certeza que su enfermedad no tenía cura y deseaba fervientemente dedicarle las últimas energías de su existencia a la lucha contra la dictadura machadista.
Sale de Moscú en 1933. Pasa nuevamente por Nueva York, pero sólo reside allí unos dos meses. Seguidamente llega a Santiago de Cuba y después se dirige a La Habana.
Rubén pese a hallarse en estado de salud bastante delicado sigue activo. Desempeña un papel esencial en la dirección de la huelga general que se realiza el 12 agosto de 1933 y que provoca el derrocamiento de la dictadura de Gerardo Machado.
Se sintió muy regocijado ante la destrucción del régimen dictatorial. Pero poco tiempo después ante la gravedad que experimentaba por el avance de la enfermedad que lo aquejaba tiene que ser internado en el Sanatorio Antituberculoso La Esperanza de Topes de Collantes, en la parte central del territorio cubano. Rubén fallece en la etapa inicial del año 1934.
Acerca de su muerte y su funeral él en forma satírica había hecho referencia en su obra Canción del sainete póstumo en la que llegó a afirmar:
Yo moriré prosaicamente, de cualquier cosa
¿del estómago, el hígado, la garganta, ¡el pulmón!?
Y como buen cadáver descenderé a la fosa
Envuelto en un sudario santo de compasión.
Aunque la muerte es algo que diariamente pasa
Un muerto inspira siempre cierta curiosidad;
Así, llena de extraños, abejeará la casa,
Y estudiará mi rostro toda la vecindad.
También Villena aseguró en el citado poema:
Tal vez una beata, neblinosa de sueño,
Mascullará el rosario mirándose los pies;
Y acaso los más viejos se fruncirán el ceño
Al calcular su turno más próximo después...
Brotará la hilarante virtud del disparate
O la ingeniosa anécdota llena de perversión,
Y las apetecidas tazas de chocolate
Serán sabrosas pausas en la conversación.
Los amigos de ahora —para entonces dispersos—
Reunidos junto al resto de lo que fue mi «yo»
Constatarán la escena que prevén estos versos
Y dirán en voz baja: —¡todo lo presintió!
Aunque la proyección de la vida de Rubén Martínez Villena como luchador revolucionario, como hombre entregado de lleno a la causa de su pueblo opacan un tanto su actividad como poeta en específico, es innegable que también él ocupa un sitio destacado lugar en la cultura cubana por lo reflejado en sus versos.
Hombre de gran sensibilidad, Rubén fue capaz de plasmar en sus poemas desde aspectos relacionados con el amor hasta sus ansias desde el punto de vista político y lo que anhelaba para su querida tierra natal.
Hombre de firme ideario político y estético, la vida de Rubén Martínez Villena, tronchada en forma prematura por la tuberculosis, ha quedado como ejemplo.
Generaciones posteriores lograron llevar a la práctica lo que él expresará en el emotivo poema que creara en el año 1923 titulado Mensaje Lírico Civil. Precisamente el 26 de julio de 1973 en ocasión de conmemorarse en la ciudad de Santiago de Cuba el aniversario treinta del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el máximo dirigente de la Revolución Cubana, el Comandante en Jefe Fidel Castro recordó lo patentizado por Villena en ese poema y resaltó:
“Rubén Martínez Villena en encendidos versos patrióticos escribió un día:
"Hace falta una carga para matar bribones,
para acabar la obra de las revoluciones,
para vengar los muertos que padecen ultraje,
para limpiar la costra tenaz del coloniaje,
para no hacer inútil, en humillante suerte,
el esfuerzo y el hambre, y la herida y la muerte;
para que la República se mantenga de sí,
para cumplir el sueño de mármol de Martí;
para que nuestros hijos no mendiguen de hinojos,
la patria que los padres le ganaron de pie..." .
Desde aquí te decimos, Rubén: el 26 de Julio fue la carga que tú pedías.”