Por: Madelín Ramírez
Cuando la realidad te envuelve, te aplasta, te consume..., hay una forma de escapar, de exorcizar el dolor, de ser libre. Basta un pedazo de papel, un lápiz y un rayo de luz para distanciarte y sentir por un instante que eres espectador de tu propia historia. Desde esa distancia hipotética encuentras soluciones, variantes o sencillamente fuerzas para seguir viviendo.
El 12 de septiembre de 2002 Ramón Labañino escribía las primeras palabras de su diario y desde entonces escapaba del encierro, justo a las nueve de la noche de cada día, cuando el sonido metálico indicaba el cierre perturbador de la celda.
Todas las noches durante los siguientes 12 años, Ramón volvía a las notas, a veces serenas, esperanzadoras, poéticas y otras, las más tal vez amenazadoras y sangrientas.
“De la complicidad y el desgarramiento de esas páginas nace el libro Hombre del Silencio, diario de prisión, donde intento adentrar al lector en la piel de un preso político en cárceles norteamericanas”, dice.
El volumen, con el sello de la editorial Capitán San Luis, se anticipa al diario original al incluir un preámbulo que describe los cuatro primeros años de prisión y culmina con el regreso.
“En él se delata lo deshumanizado del sistema penitenciario estadounidense, que pone al individuo en situaciones del salvajismo más crudo, donde aflora lo mejor o lo peor de ti”, expresa.
Resumir 16 años de encierro en solo 208 páginas pareciera una quimera. Fue necesario releer las anotaciones una y otra vez hasta encontrar la manera de articular las historias precisas, las inevitables, las que describen por ella solas la dimensión del drama.
“En la prisión había días en que no pasaba nada, pero había otros en que ocurrían cosas terribles, asesinatos, huelgas de hambre, tráfico de drogas y prostitución. Escogimos ejemplos típicos de cada uno de esos sucesos deplorables.”
En situaciones hostiles, donde los cinco estaban sometidos incluso a amenazas de muerte, emergieron decisiones complejas.
“Aunque éramos prisioneros políticos estábamos junto a criminales cuyos delitos eran pavorosos. El libro muestra la infalible dimensión de nuestra vida en esos años y reafirma nuestra posición de defender a Cuba y a Fidel en cualquier circunstancia.“
El horror y la angustia emanan en sus páginas, sin descartar los instantes de felicidad, las visitas de la esposa, hijas, compañeros, la fuerza indescriptible de la solidaridad internacional y los poemas de amor que nacen en la adversidad.
En la imagen de portada, el creador Ernesto Niebla se apropia del concepto de proteger la patria desde el anonimato, desde la construcción de un personaje que debe ocultar una parte de su vida y termina en la prisión contando su propia historia.
“Me gustó mucho la propuesta del diseñador donde una parte del rostro se difumina en la incógnita mientras la otra aflora. La foto que escogió es una de las últimas que me tomé en la cárcel y casualmente una de las preferidas por mi familia. Otro detalle importante es el número de prisión, porque eso es lo que eres allí, un número, en mi caso el 58734004”
Mes tras mes las páginas del diario llegaban a la Sección de Intereses de Cuba en Estados Unidos, sorteando la censura inicial y otros obstáculos. Después Elizabeth, la esposa paciente se empeñaba en recuperar los fragmentos desgarradores de una vida recluida tras el odio y la arbitrariedad.
Y de esas páginas nació Hombre del Silencio… libro que estará pronto entre nosotros, multiplicado en cada lector que acuda a la presentación de este sábado 16 de febrero, a las 11:00 am, en la sala Nicolás Guillén de la Cabaña.
Otros lo buscarán después, hasta que queden agotados los cinco mil ejemplares de esta primera publicación que, al decir de su autor, representa la vida de él y sus cuatro hermanos, por eso la contraportada tenía desde el principio una imagen predeterminada: El abrazo de Los Cinco.
(Texto, Fotos y Video de ACN)