Por: Susana del Calvo.RHC.
Hija de un obrero y una ama de casa, nacida en un barrio pobre de la oriental provincia de Guantánamo la Dra. Anselma Betancourt, Heroína del Trabajo de la República de Cuba no dice con voz entrecortada por los recuerdos: “...pensar en mi niñez me emociona mucho, nací en un barrio obrero, las calles eran de tierra.
Primero viendo llegar a mi padre, obrero, José Dolores Betancourt Reyes, bañarse, mi madre poner la comida y mi padre leer el periódico no olvido cuando refería que no pudo estudiar antes de la Revolución, pero que sus hijas tenían que estudiar y tenían que aprovechar la oportunidad que Fidel estaba dando para todo el mundo.
Ni mi padre ni mi madre están físicamente conmigo pero estarán siempre en cada cosa que yo haga, que he hecho porque todo lo que yo soy se lo debo a Dios, a mis padres, a la Revolución, en concreto, porque es muy difícil, las personas tienden a olvidar su pasado, su origen, sus raíces, cuando alcanzan determinadas cosas materiales o morales y no puede ser, los resultados individuales siempre son obra de un gran esfuerzo colectivo.”
No eran fáciles las condiciones de vida, pero era una familia muy unida, la pareja con tres hijas que criaron bajo bases muy firmes.
La Dra. Anselma desde muy pequeña quiso salvar vidas y de ahí que estudiara medicina pero no olvida a quienes la iniciaron en el campo del saber, con una amplia sonrisa nos refiere: “...yo recuerdo el nombre de cada uno de mis maestros desde el prescolar, la que me enseño a leer y escribir se llama Eladia, desde pequeña siempre pienso en lo que dice Félix Varela, los valores no son para conversar sobre ellos, son para predicar con el ejemplo, y es que nos criaron padres pobres pero dignos, honrados.
Yo tomé la misma costumbre que mi padre cuando aprendí a leer a los cuatro años y medios y leía mientras comía , mi madre nos regañaba porque según la creencia de aquel tiempo podía darnos una embolia, a lo que mi padre decía que no me preocupara que el saber no ocupa lugar.”
De su madre que adoraba afirma que era muy a lo Mariana Grajales, era muy enérgica y me decía que tenía que responder de lo que hacia, nos inculcó el sentido de la responsabilidad, pobre pero honesto y no el fraude que hace alguna gente, el engaño, el corta y pega que hay hoy con mas respeto, era que tenia que estudiar para saber y ser digna,”
Ya en el ejercicio de su profesión la Dra. Anselma Betancourt fue a Argentina en el año 1994, tuvo múltiples ofertas para que se quedara a trabajar en ese país, era la época de mayor crisis económica en Cuba, el llamado Período Especial. Como la veían muy jovencita y excelente profesional, miraban el color oscuro de su piel y ante las propuestas ventajosas para laborar como fisiología en el prestigioso Instituto Malvan y le dijo al director que no se malgastara que ella regresaba a Cuba, que había nacido con bloqueo y allí seguiría.
Allí recibió uno de los mayores elogios cuando le dijo que si la media de los jóvenes cubanos eran como ella, los norteamericanos no van a poder tumbar a Castro, agregó que se pueden dormir, sentar, subirse al planeta Marte, ellos y los que le siguen.
En esta conversación donde conocí el hermoso corazón de esta sencilla mujer de pueblo me confesó: “...yo soy Fidel es ser consecuente con el legado que nos ha dejado, no en palabras, sino en hechos, de las cosas que sabemos y podemos hacer, hacerlas bien, pero convencidos de que lo hago bien, no por ninguna organización política, sino por principios.
Ya su adorada madre estaba muy enferma y ella logró llevarla a la casa para cuidarla y en abril de 2018 se comentaba que le iban a dar una condecoración, no sabía si venir a La Habana pero ella le dijo que no me preocupara que la esperaría.
Por nada se desmaya cuando le impusieron la medalla de Heroína del Trabajo de la República de Cuba, cuando regresó a Guantánamo la mamá estaba cansada porque ella había pedido que la dejaran sentada hasta que llegara.
Finalmente me dice con lágrimas en los ojos que yo acompañaba: “... casi a las once de la noche y de una manera solemne, con todo el corazón, la vida, le puse la estrella de Heroína del Trabajo de la República de Cuba a la que de verdad la merecía, mi madre,”
Esta segura de que está junto a Fidel, Lázaro Peña, Martí, Mariana y todas las mujeres y hombres de este país cuyos nombres no se sabrán nunca, pero que tienen el sol de todos los que aquí estamos, porque los cubanos somos así.