Por: Antonio Paneque Brizuela
La Habana, 7 nov (RHC) El bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba devendrá de nuevo hoy un bumerang en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) contra su principal gestor, que ocupará en ese organismo por vigésima octava ocasión el sitio de aislamiento en el cual pretende colocar a la Isla.
La verdad del lado de Cuba, el actual ambiente diplomático y las muestras de simpatía en distintas regiones favorables al país caribeño indican que favorecerá de nuevo a La Habana la votación en el 74 período de sesiones de la Asamblea General sobre la resolución cubana ante ese foro para denunciar el carácter agresivo e ilegal de esa medida.
Durante las condenas internacionales de la ONU contra el bloqueo los sufragios siempre se inclinaron a favor de Cuba, la mayoría de las veces con la oposición de Estados Unidos e Israel, excepto en 2016, cuando ambos gobiernos se abstuvieron y por primera vez ningún país votó en contra.
Mucho han mejorado las cosas para la nación antillana desde aquella primera votación de 1992, en que el resultado fue 59 votos a favor, tres en contra (Estados Unidos, Israel y Rumanía), 71 abstenciones y 46 ausencias.
El inminente rechazo contra el anticubano bloqueo económico, financiero y comercial, el número 28 de forma consecutiva, ocurre en el mandato del presidente número 44 y quizás el más impopular en la historia de Estados Unidos desde el primero (John Adams-1797-1801), luego de la independencia de las llamadas 13 colonias del dominio británico.
Claro que ese aislamiento de la primera potencia mundial respecto al concierto de naciones es de naturaleza diplomática y ético-moral, pero ello contribuye también al rechazo internacional hacia su política con el resto del mundo, en especial la guerra económica contra otros Estados y bloques como China, Rusia y la Unión Europea.
Suerte de indeseado premio para quien es también el presidente número 12 en tiempos de Revolución cubana, esa política, aislamientos aparte, causa de todos modos graves daños a la economía de la nación caribeña, pero ello multiplica la oposición contra Washington dentro de la Asamblea General, mientras aumentan las simpatías hacia La Habana dentro y fuera del organismo.
“¿De qué otra forma habrá que decirlo para que Washington y sus aliados asuman una decisión definitiva en respuesta a ese clamor universal sobre una injusticia contra una nación soberana?”, parece exclamar cada año esa parte de la comunidad internacional activada dentro de la ONU.
Pero, como es precisamente la defensa cubana de esa soberanía e independencia el principal “pecado” de la mayor de las Antillas que anima a Estados Unidos para castigar a su pueblo mediante esas formas de presión, los demás países independientes suman también esa muestra de rebeldía como otra razón más para coincidir con La Habana.
Gobiernos como los de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Siria o Irán respaldan a Cuba y se ven como ella obligados a reaccionar de diversas formas contra medidas hostiles de distinto tipo implementadas por Washington, mientras conviven como el país caribeño amenazados por similares acciones “adicionales” a cargo de la superpotencia mundial.
Entretanto, otros Estados y organizaciones progresistas de la región comprenden que pueden integrar también la “lista negra” de la Casa Blanca en sus proyectos de frenar la creciente tendencia latinoamericana y caribeña hacia otros caminos distantes de Washington.
La geopolítica de Estados Unidos, que le granjea en la práctica nuevos enemigos o empeora sus relaciones con estos, como ocurrió con la República Popular Democrática de Corea y el tema nuclear, le hace perder también viejos aliados como los europeos, mientras otros hostiles a su política se reafirman en el poder.
Argentina eligió el pasado 27 de octubre con Alberto Fernández a un nuevo gobierno contrario al neoliberal y pro-estadounidense de Francisco Macri; mientras el día 20 fue confirmado en su puesto el presidente de Bolivia, Evo Morales.
Ese mismo domingo en Uruguay el izquierdista Frente Amplio liderado por Daniel Martínez superó en los comicios, aunque sin la mayoría requerida, a Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional, y ahora ambos van a una segunda vuelta el 24 de noviembre.
Washington y sus aliados están ante el peligro de perder a Chile, en tanto el gobierno del presidente ecuatoriano Lenín Moreno se debate en la inestabilidad, tras ceder en octubre durante una pulseada con el pueblo liderado por comunidades indígenas, que lo obligó a derogar un decreto sobre subsidios a los combustibles, con el consiguiente aumento de los precios.
No hay expresión más objetiva de que una nación está quedándose sola que cuando comienzan a abandonarla sus habituales aliados, pero en el caso de Estados Unidos el asunto se agrava por la forma inusual en que crece también hacia lo interno el desprestigio de su actual Administración. (Fuente: ACN)