Por Marta Gómez Ferrals
Faltaba alrededor de un mes para el amanecer del 1ro de Enero cuando fuerzas del Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario (DR) firmaron el histórico Pacto de El Pedrero –1ro de diciembre de 1958-, en el intrincado poblado que le da nombre, situado en la Sierra del Escambray, en el centro de Cuba.
Era un hecho que desde principios de octubre las fuerzas rebeldes comandadas por Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara operaban en esa región con singular avance, después de haber llevado la insurrección armada a niveles nacionales, en un recorrido heroico desde el Estado Mayor General, en el corazón de la Sierra Maestra, hasta la antigua provincia de Las Villas.
Los que venían como integrantes de las Columnas no. 2 ‘Antonio Maceo’ y no. 8 ‘Ciro Redondo’, al mando de los Comandantes Camilo y Che, respectivamente, representaban en su mayoría el ideario del “26 de Julio”; mientras las fuerzas del Directorio se habían establecido desde sus inicios en las montañas del Escambray.
Todos los buenos militantes de ambos movimientos coincidían en el interés revolucionario y patriótico de luchar por la liberación del país y el fin de la dictadura batistiana. Sin embargo, en las filas del Directorio ocurrió un fenómeno de escisión, traición y desacato al decoro por parte de algunos líderes.
Resultaba imprescindible entonces actuar con firmeza, repudiando esa desviación, y crear una estrategia táctica y un acuerdo de principios, venciendo escollos y grandes dificultades, como cabía esperarse.
“Unir es la palabra de orden: juntos estamos dispuestos a vencer o morir”, refrendó el texto del Pacto de El Pedrero, de manera inequívoca.
La campaña liberadora, en un momento álgido tal vez anunciador de la inminente victoria, necesitaba de ese paso de unidad y fuerza en aquel momento y en aquella región.
Estudiosos y personas con sentido común convergen en considerar que ese Pacto de connotación político-militar, no solo ayudó a la coordinación, organización y combinación de esfuerzos que garantizaron la victoria final, sino que sirvió también para detectar la traición y el divisionismo.
La ‘Ciro Redondo’ tenía su asentamiento en la zona sur, dominada por la Cordillera de Guamuhaya, donde radica El Escambray y dentro de esta cadena, el intrincado caserío de El Pedrero; en tanto la ‘Antonio Maceo’ operaba en el llamado Frente Norte de esa zona.
Pero en Las Villas estaban las fuerzas del II Frente del Escambray, formado inicialmente por el Directorio Revolucionario ‘13 de marzo’, el cual fue traicionado por su jefe, Eloy Gutiérrez Menoyo, quien con una parte de sus fuerzas abandonó la causa y se comportaba como un auténtico vándalo.
La conducta de sus alzados emulaba con la de los sicarios de la tiranía por su desafuero y crueldad.
Era conocido, además, que Gutiérrez Menoyo estaba en contubernio con politiqueros del ex presidente Carlos Prío Socarrás que operaban desde Miami para la CIA.
Hostigó repetidamente las fuerzas del Che e incluso llegó a enviarles amenazas. No combatía contra los casquitos batistianos y abusaba de campesinos indefensos.
Después de varios encuentros, Ernesto Guevara y Ramiro Valdés, por el Movimiento 26 de julio; y Faure Chomón, Rolando Cubela y Humberto Castelló, por el DR, firmaron el documento de la unidad, a toda costa.
Con la única oposición del II Frente del Escambray, el Pacto se rubricó en la fecha citada y fue hecho público. A los pocos días se sumaron las fuerzas del Partido Socialista Popular y efectivos de los comunistas.
El Pacto definió la descomposición del régimen dictatorial, que había fracasado con un alto nivel de abstención, en un engañoso intento electoral, y aspiraba a traspasar el poder el 24 de febrero del 59.
Estipulaba la necesidad de alcanzar coordinación en las acciones militares y utilizar conjuntamente, para beneficio de la Revolución, las vías de comunicación y abastecimiento.
El 30 de noviembre, en un intento agónico, la dictadura lanzó una ofensiva precedida de un bombardeo, en dirección a El Pedrero. Las fuerzas de Camilo apoyaron a la victoria que se produjo el cuatro de diciembre, con la retirada del ejército.
No fueron en vano los esfuerzos de crear ese acuerdo. Según el Che se creó un frente aproximadamente común, y se logró el objetivo de impedir, desde el centro de Cuba, los refuerzos que la dictadura ya no pudo trasladar más a la mitad oriental del territorio nacional.
Se considera que también influyó en la Batalla de Yaguajay, por parte del Señor de la Vanguardia; y en la Batalla de Santa Clara, dirigida por el Guerrillero Heroico. Palmo a palmo, paso a paso, se acercaba el momento del triunfo.(Tomado de la ACN)