Víctima de una doble discriminación, por raza y por género, intenta sobrevivir en una
América Latina hostil. Fotos: Julio Ángel Larramendi
Por: Julio Ángel Larramendi
El Día Internacional de la Mujer Indígena fue instituido en 1983 durante el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América celebrado en Tiahuanacu, Bolivia, en honor a la lucha de Bartolina Sisa, virreina aimara opuesta a la dominación española que murió brutalmente asesinada en 1782, en La Paz.
La fecha del 5 de septiembre es un llamado de atención sobre la historia, la situación actual y el futuro de las mujeres de los pueblos originarios, que han sido invisibilizadas durante siglos, a pesar de ser portadoras del legado de sus pueblos y desempeñar un activo papel en las luchas actuales por sus derechos.
El Foro de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas ha señalado: “…las mujeres toman a diario importantes decisiones sobre las labores agrícolas y la elección de los cultivos, así como sobre la alimentación cotidiana de la familia, contribuyendo así al sustento de las familias y […].
“En ese contexto las mujeres han propuesto nuevas formas de vinculación dentro de las comunidades, en las familias y con los hombres, creando condiciones para ejercer sus derechos en mayores condiciones de igualdad, incluso desafiando costumbres y tradiciones que las oprimen”.
Víctimas de una doble discriminación, por raza y por género, las mujeres indígenas mantienen vivas las tradiciones culturales y la rebeldía de sus ancestros, y constituyen un factor esencial en la defensa de la identidad nuestroamericana y en la resistencia a una deculturación concebida como arma de opresión neocolonial. (Tomado de Cubadebate)